Maestro Wilson Ustariz: El Inmortal

15/5/18 1 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!



Por: Fabrina Acosta Contreras

“Solo le pido a Dios que la reseca muerte no me encuentre
Vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente”


Dicen que el tiempo lo cura todo, pero considero que más que curar el tiempo se encarga de adaptarnos a realidades dolorosas o difíciles; hoy es un nuevo 15 de Mayo, donde recuerdo al maestro Wilson; como olvidar aquel 15 de mayo de 2011, cuando yo apenas regresaba a la guajira motivada por sus consejos y sincera declaración de retornar a aportar lo mejor a mi tierra; la sorpresa de su abrupta partida lastimó de manera profunda mi corazón y aunque nuevamente estoy fuera sigo conectada y comprometida con mi útero existencial del norte de Colombia; a hombres como Wilson son imposibles de olvidar sus acciones se encargan de dejar un legado especial; él fue un hombre sensible, generoso y espontáneo, con toda la disposición para compartir sus experiencias y grandes enseñanzas, gracias a la vida fui una de sus eternas aprendices; mi amor profundo por aportar a mi tierra viene inspirado entre muchas cosas por él, por su pasión por la guajira, por esa esperanza que guardaba de un mejor territorio era para mí, el ingeniero de la causa social.

La historia se encargó de marcar la presencia de Wilson entre el 14 de octubre de 1947 y el 15 de mayo de 2011, como en su mejor homenaje se inmortalizó con su (anticipada) partida precisamente el día del maestro, fecha especial para hombres tan sabios como Wilson.

Quien conoció a Wilson lo recuerda como una persona cautivadora, de amplio léxico y reconocible nivel cultural, el hijo natal de Villanueva y el hijo adoptivo de Riohacha; lo conocí al interior de su familia con su rol de padre ejemplar, también como el maestro, el amigo alegre y el hombre gentil que hasta al más desconocido saludaba.

Era un ejemplo claro de hermandad, como buen provinciano cuando daba un abrazo hacía sentir lo hermoso del afecto, era paternal de manera fluida, su naturaleza era esa, la de proteger, amar y orientar; su misión era la de enseñar por eso no es casualidad que en el día del maestro quienes fuimos sus aprendices existenciales lo recordemos con la melancolía de su ausencia, pero con la satisfacción de tener como herencia sus enseñanzas.

Wilson Amante y Amado, maestro, folklorista, hermano, padre, amigo, político, investigador, te regalo estas letras que son mi más grande tesoro, recuerdo nuestras tertulias donde en medio de la ternura que entregabas a mi ser, aprendía lo necesario de ti, gracias infinitas por permitirme compartir la más hermosa amistad.

Mi gran mentor, estoy convencida que la reseca muerte no te encontró sin haber hecho lo suficiente, porque siempre fuiste autoexigente sabías de la grandeza que Dios había colocado en tu ser y no eras inferior a eso, lo entregabas todo no distinguías un aula de clase, a una terraza en una casa cualquiera, a un parque o una parranda, eras maestro en todos tus escenarios, tenías conocimiento de todos los temas, considerabas la actualidad como parte de tu vida, creías en los jóvenes y en las esperanzas que aportaban las nuevas generaciones y grandemente hiciste parte de ellas dejando tu legado de Eticidad y disciplina.

Wilson, grande de grandes, maestro de maestros:  hoy te regalo lo merecido por ti, la certeza de un imposible olvido, orgullo villanuevero, que el cielo se estremezca en este día donde nuevamente hago consciencia de lo difícil que ha sido para todos tu partida, estoy convencida que esa misma ausencia te torna siempre presente.

 
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