Marlon Consuegra - Columnista. Qué sino trágico padecen algunos
pueblos, condenados eternamente a la violencia, la desidia y el abandono. Nada
más fácil que mirar lo más alejado de nuestras realidades para lamentarnos de
manera inverosímil de la miseria en otros continentes; cuando somos justamente
nosotros víctimas acostumbradas a vivir el día a día rodeado de inequidades,
que por verlas a menudo se convierten en compañeros habituales, como aquel
enfermo crónico que ve como lo mata cáncer, pero ya no le tiene miedo. Así
también he crecido en una tierra rodeada de mar, sol y riquezas, cuya belleza y
cultura han contribuido a mitigar la percepción de los vejámenes sociales de
los que históricamente hemos sido víctimas por parte de los gobiernos
centralistas de turno. Pero ese abandono no significa que no tengamos deseos de
ser mejores, es sólo que la pelea de David y Goliat no siempre termina con el
conocido resultado.
Somos gente que trabaja, crea, lucha,
ríe, divierte, se apasiona, hace crecer a un país, y también vota. Pero cuando
uno vota por un político local o nacional, lastimosamente sólo puede observar
la punta del iceberg, y no termina votando por lo que esa persona o institución
es, sino por lo que muestra, y casualmente es durante el ocaso de su mandato
donde la oveja preelectoral muestras sus tendencias carnívoras y devoradoras.
No por esto, los que votamos con una percepción correcta o equívoca, nos
convertimos en lo que son nuestros mandatarios, porque sería como decir que 47
millones de colombianos son “paracos” cuando ganó Uribe, sólo porque a él se lo
relacione con esos delitos. Aún existimos personas que creen en la gente y en
la democracia, por eso votamos, y si bien un político puede desencadenar
pasiones y polarizaciones (ambas negativas para el desarrollo), el periodismo
también.
Estamos cansados de ser vistos como
los parias sociales, los delincuentes regionales o como en otras partes nos
dicen “los corronchos”. Una posición valiente y de denuncia la aplaudimos señor
Gonzalo Guillén (@HELIODOPTERO), y a usted señor periodista lo dignifica, pero
si llenamos de vanidades nuestros logros, nos convertimos silentemente en pares
de los que señalamos y denunciamos. Es tan evidente su vanidad, que cuando el
número de RetuitsRT, o Favoritos FAV, que tienen sus mensajes en la red social
han disminuido, acude a la provocación de algunos apasionados y otros violentos
para ponerlos en evidencia y ridiculizarlos de manera pública.
Reconozco que usted es un valiente
señor Guillén, pero mi gente guajira también, porque lo que usted ha defendido
con su pluma, nosotros lo hemos defendido con nuestra sangre y lo seguiremos
defendiendo. No puedo hacerme el ciego o sordo frente a lo que se ha dicho en
la guajira de “Kiko Gómez” o “Marquitos Figueroa”, pero debe ser la justicia
que ambos compartimos la que decida si son o no culpables, pero de ser así,
tampoco nos convierte en miserables,
criminales, traquetos y más adjetivos des-calificativos que usted utiliza
para ganar popularidad.
Le exijo enérgicamente que le pida una
disculpa pública al pueblo guajiro, con la misma fuerza de ese odio que sus
palabras demuestran, y que siga defendiendo y denunciado lo que su filosofía y
moral determine, pero que no espere ganar popularidad a costillas del dolor del
pueblo que en vez de recibir apoyo lo que recibe es palo. Termino estas cortas
palabras, (aunque dudo que le de RT o FAV, porque no le da popularidad),
citando a Robert Burton “La pluma puede
llegar a ser más cruel que la espada” y cierro con otra de Cervantes: “La pluma es la lengua del alma”.
Por: Marlon Consuegra
(@Drmconsuegra)
0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!:
Publicar un comentario