¿Y las garantías?

30/3/16 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!


“Si alguno se atreviera
a mirar mi corazón
comprendía en el instante
que yo soy vallenato
Ay tiene figura de acordeón
y sus latidos son un canto
Por eso es que nunca se confunde
el corazón de un buen vallenato”.
Emiro Zuleta, Canción Corazón Vallenato


Por: Fabrina Acosta Contreras. El 18 de Marzo en el Foro Concierto “La mujer en el Vallenato” organizado por la Asociación Evas&Adanes en el marco del Festival Francisco el Hombre, escuché decir a Rosendo Romero entre muchos argumentos sabios que expuso, que el vallenato está sufriendo muchos ataques y debemos unir esfuerzos para salvaguardar ese tesoro musical de nuestra tierra, también afirmó que “Algunos grupos que dicen cantar vallenato hasta con su presentación personal lo rechazan, pues parecen más reguettoneros que amantes de nuestro folclor”.

Considero que este es el punto de partida para esta columna que pretendo llegue a los lectores con el respeto y afecto que la escribo; tengo muchas preguntas y pocas respuestas pero como decía el poeta Jairo Aníbal Niño “Me gustan más las preguntas porque las respuestas a veces engañan”; ¿Cuáles son las garantías para salvarguardar el vallenato? ¿Hay garantías para las mujeres que se atreven a cantar, interpretar o componer vallenato? ¿Que aporte hacen los festivales a la inclusión femenina?

No son aleatorias estas preguntas, dado que después del inolvidable 18 de Marzo del año en curso, y digo inolvidable porque ese día por la tarde se vivió un derroche (sublime) de tertulia vallenata en el foro concierto LA MUJER EN EL VALLENATO, con los ponentes Rosendo Romero, Lucy Vidal y Jenny Cabello y por la noche seguían los retos y la agrupación Evas se presentaba por primera vez al Festival Francisco el Hombre; y esto representó el acto más puro de Fe, pues eran muchos los pronósticos “negativos” de las personas que afirmaban: “eso es para hombres ahí no le permitirán ganar a ninguna mujer” “ya negociaron con las directivas para salvar alguna estatuilla” “mejor no se quemen eso ya está arreglado”.

Siempre he dicho que CREER es tener un poco de inocencia, y la agrupación Evas llegó con las maletas repletas de Fe, talento y amor por la causa social que las une a través de la música, esa donde hombres y mujeres buscan tejer desde la igualdad una nueva historia y que mejor forma de hacerlo que desde: EL VALLENATO.

Si bien las mujeres no quieren nada regalado, pues tienen múltiples capacidades para lograr lo que se proponen, si necesitan unos mínimos que le permitan seguir en ese camino a la inclusión; las mujeres ahora no quieren estar solo como parte de un conjunto vallenato sino que anhelan ser protagonistas, menciono esto porque es factible que ganen concursos cuando están incluidas como una más en agrupaciones masculinas, pero no cuando son ellas las protagonistas como es el caso de las agrupaciones lideradas por: Evas, Luana o Lucy Vidal entre otras, que no entrarían en una sola columna porque son muchas, como lo demuestra la exposición de mujeres en el vallenato que lidera por estos días La Fundación  Decuplum en el centro comercial Guatapuri de la ciudad de Valledupar.

En este sentido, es importante mencionar que después de varios días del Festival Francisco el Hombre (y aclaro que es un festival que respeto y no juzgaría ni hoy ni en posteriores oportunidades, pues tienen mi admiración por la valiente misión cultural que lideran); muchas personas se han acercado a decirme cosas como: “Creo en las Evas y sé que tienen talento, lo raro fue que el sonido no les sirvió a ellas pero si a las demás agrupaciones”, “lamentable que con la presencia de una mujer con la voz magistral de María José Ospino no hayan logrado estar en la final” , “Tenían a músicos reconocidos como Freddy Patiño, fue injusto que no pasaran”, “ en un momento se escuchaba más el corista que las voces principales” “El acordeón se escuchó solo por momentos, pero María Silena lo hizo muy bien” , “ a pesar de todos los inconvenientes del sonido, las Evas merecían pasar porque tenían calidad”, “tranquilas se llevan el gusto de que fueron la agrupación por la que chiflaron al jurado porque merecían pasar a la final”,  “Fabrina tu que eres defensora de los derechos, no hiciste nada para solucionar ese tema te quedaste con los brazos cruzados”

Realmente son muchas cosas las que me han dicho, pero busco la curva final de esta reflexión diciendo, que presentarse a un concurso implica ganar o perder, respetar las decisiones de los expertos que por expertos son designados jurados, que es preciso demostrar calidad humana en la madurez y ética con la cual, se reciban las decisiones consideradas correctas o equivocadas; además no se debe poner en duda ni la organización del festival, ni a todo lo que represente el concurso; solo seguir con más ahínco en la causa social que aporta a la salvaguarda del vallenato como patrimonio cultural de nuestro territorio, y para eso considero que deben seguir los foros conciertos liderados por las Evas y los Adanes musicales, porque es así como se logra la igualdad, sin dejar por fuera la perspectiva femenina, ni la masculina, pues no se trata de competir como machos y hembras, sino de convivir como mujeres y hombres.

Así que a quienes consideran que debemos dejar de creer, de intentarlo, de luchar por los espacios femeninos en el vallenato, les digo que a pesar de las heridas que deje intentarlo una y otra vez, vamos a seguir porque solo quien persevera logra y quien logra es capaz de reinventar la historia.

Siempre que se rompen esquemas se asumen riesgos, pero no se puede dejar de creer, además los festivales no son los únicos escenarios para buscar la igualdad, he pensado por ejemplo, que las mujeres podemos inventar varios espacios creativos que sorprendan y cautiven al público en general, al mundo, a las nuevas generaciones y blinden al vallenato tradicional de la extinción; eso sí, aseguro que la garantía que daremos es que no se confundirá el reguetton, ni el rock con la música de acordeón, caja, guacharaca y guitarra.

Esas son mis garantías y como dice Rosa Luxemburgo sigamos “Trabajando por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” 


Hay Evas pa´ rato, esperen sorpresas, no hay límites y no nos da miedo traspasar fronteras, pensándolo bien no sería descabellado crear un Festival Vallenato Femenino, ¿Por qué no?

Guerra de acordeones

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Por: Hernán Baquero Bracho. Colombia desde la década de los 40 ha vivido siempre una guerra civil no declarada: nuestra organización social pareciera que día a día se desmoronara y en el inmediato plazo parece imposible mantenerla en equilibrio, o sea en paz y dentro de una convivencia civilizada. Por un lado las FARC y el ELN continúan en lo suyo y por otro lado la polarización que vive el país es cada día más efervescente.

Nuestra guerra cuenta y despiadada no es comparable. Sus causas no son identificables y sus apasionamientos no tienen las características genéticas de las guerras civiles, causadas corrientemente por las rivalidades raciales, las incomprensiones religiosas o el fanatismo político. Debemos hacer un pare ante esta violencia y sobre todo de sacudirnos de la indiferencia ante el dolor y el sufrimiento ajeno en la violencia urbana. Es una violencia fracticida sin vencedores, sino solamente vencidos. Los actores somos colombianos. No sabemos por qué tenemos que matar y por qué tenemos que morir.

  Al igual que las terapias utilizadas por la sicología clínica en el comportamiento humano, Colombia requiere de símbolos  más que mágicos que logren identificar nuestras raíces, nos sensibilicen y penetren en las entrañas de la patria y sus gentes. Para Colombia como enfermo terminal, la terapia debe consistir en el rescate de los valores culturales de las regiones que enorgullezcan a los pueblos y hagan sentir la grandeza de nuestras tradiciones.

Vale la pena recordar las palabras de Alonzo Salazar, publicadas en el diario El Tiempo el 9 de Noviembre de 1997 y que continúan vigentes, donde escribió “… O estaría mal una guerra de acordeones con todos los bandos juntos, en un estadio abarrotado, para caer en cuenta que nos estamos matando a nombre de los mismos ideales. Mejor sería que la música y nuestro folclore, reemplazaran la artillería”. Ahí está resumido lo que debe imperar en nuestro país. La violencia urbana en las ciudades está generando  miedo y terror. Salimos de una guerra y entramos en otra. Es como una cadena o de un eslabón que nunca termina.

En el sicoanálisis, la terapia debe ser retroactiva, capaz de exteriorizar e identificar los conflictos y las frustraciones pasadas como únicos causantes de los traumas presentes. En el programa clínico requerido por Colombia, los símbolos culturales expresados por nuestro folclore, nuestras artesanías y las costumbres regionales que simbolizan a nuestra historia, nuestra geografía, nuestros climas y la grandeza de nuestras tradiciones, deben constituir la esencia básica de la terapia eficaz requerida, que nos sensibilice e identifique.

Al folclor musical le corresponde el valor masificador más eficaz como herramienta terapéutica por la capacidad de divulgación y sensibilización que produce la poesía regional, acompañada de los instrumentos musicales tradicionales y animadas por loa bailes típicos de cada región y cada geografía.

Las obras representativas de nuestro folclore como muestras folclóricas, como herramientas de identificación personal, deben ser majestuosas para lograr la elocuencia, verdaderamente grandes para que pertenezcan al país entero, auténticas e inéditas  y que no modifiquen la esencia. Deben representar las glorias de nuestros antes pasados  y medir los medios que emplearon para adquirirlas.

Creemos firmemente en la necesidad de derrotar la violencia, pero no con las armas que silencien vidas. Debemos vivir en un país donde no se toleren los atropellos a la dignidad humana. Colombia ha sido testigo de un genocidio mudo, sin igual en ninguna otra sociedad democrática. El arte y la cultura deben constituirse en los símbolos patrios que es la esencia del alma y de sus gentes y como tal debemos por ejemplo combatir la violencia con esa cultura y esas raíces y para el caso específico del tema en mención  que mejor una guerra de acordeones donde se olviden las penas y las penurias y se reconcilien los corazones a punta de música de la buena.

Arar en el desierto

16/3/16 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!


Por: Pascual Gaviria. La Guajira se ha convertido en un acertijo nacional.Los cerca de 800.000 indígenas wayuu que viven entre el desierto compartido por Colombia y Venezuela constituyen una pequeña nación desconfiada y arisca. Una patria tan desconocida y lejana como las selvas del sur. Las banderas de los Estados que dicen ampararlos no significan nada para los indígenas que dependen más del conocimiento de los uniformes del ejército de cada país. Los guardianes de una frontera para ellos inexistente se han convertido en el filtro que marca el ciclo de su economía y su tranquilidad. Uno de sus principales trabajos de muchos guajiros consiste en identificar y aprovechar las distorsiones que crean las leyes, los decretos y las costumbres de los ejércitos oficiales e informales en la región. La gasolina, el whisky, la leche en polvo, la cerveza, los cigarrillos hacen parte de un mercado de especulación con permanentes altibajos. Nada muy distinto de lo que pasa con la remesa cotidiana de las rancherías. De modo que las mafias se encargan de regular buena parte de su economía de subsistencia.

Las noticias de los últimos meses sobre la muerte de niños indígenas en el departamento han servido para la indignación y el asombro. Pero no mucho para intentar una idea compleja sobre los problemas de una sociedad con reglas, lógicas y tragedias propias. La simplificación llama a ver una especie de maquinación centralista, por desidia y codicia, contra un pueblo indefenso y olvidado. Pero las tramas casi siempre son un poco más complejas y las historias más largas que los arrebatos esporádicos de los “buenistas”. Las cifras citadas se han movido entre los 179 y los 4700 niños muertos por desnutrición en los últimos cinco años. Es verdad que en el desierto es difícil recurrir a los censos y que hasta las cédulas de ciudadanía pueden ser una anécdota en las rancherías. Pero vale la pena mirar los datos más confiables, tal vez los que entrega la Encuesta Nacional de Demografía y Salud que indaga, entre otras, por las condiciones de madres e hijos menores de 5 años en cerca de 70.000 familias colombianas.

Aunque muchos descubrieron hace poco que en Colombia mueren niños por desnutrición y enfermedades asociadas, la mencionada encuesta entrega un contexto necesario para mirar los avances o retrocesos del Estado más allá del llanto. Desde 1995 hasta 2010 la tasa de mortalidad infantil (niños menores de un año) se ha reducido a la mitad en Colombia, de 31 a 18 por cada 1000 nacidos. En los departamentos de Cesar, Guajira y Magdalena los avances han sido mucho más precarios, apenas de 26 a 23 por cada 1000 nacidos en el mismo periodo. Y la Guajira sigue casi doblando al promedio nacional. La desnutrición crónica (baja talla para la edad) también tiene a la Guajira como uno de los departamentos con más problemas, con un 27.9% de los niños menores de 5 años, solo por debajo del Amazonas. Las cifras muestran los índices más bajos de atención a menores enfermos por parte de personal médico, mezcla de desconfianza y dificultades de acceso en el departamento. Hasta la posibilidad de las mujeres para tomar decisiones propias sobre su sexualidad influye en las tasas de mortalidad infantil y en el caso de la Guajira ahí podría haber una variable por considerar. Las 22.000 rancherías desperdigadas en un territorio que triplica en extensión a muchos departamentos costeños supone más obstáculos. Al contrario de los que se cree, el crecimiento de asociaciones indígenas en busca de rentas públicas ha hecho más difícil el control y la distribución adecuada de los recursos. Además, la caída de la economía venezolana resultó una estocada para poblaciones acostumbradas a mirar mucho más hacia ese lado de la frontera.

En últimas, La Guajira sigue siendo un misterio para burócratas y analista, y una certeza para los lectores de prensa mañaneros. 


Tomado de elespectador.com 

El niño es viejo

14/3/16 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!


Mary Daza Orozco. Hace años había una sequía extraordinaria. Recuerdo, a pesar de que no tenía más allá de seis años de edad, ver la angustia de mis tíos y otros señores ante la pérdida inminente de sus cosechas por falta de lluvia.

El algodón, que era redención económica, estaba a punto de perderse; hacía mucho calor y no conocíamos los aires acondicionados, ni se pensaba en racionamientos de energía, porque la luz eléctrica aparecía por horas, el río Villanueva era un cuenco seco, como está ahora, lleno de piedras ardientes. Había desesperación, lo notaba en las exclamaciones de mi madre y de mis tías: ‘¡El mundo se va a acabar!’.

Una mañana pensé que sí, que se estaba acabando el mundo, me despertó de mi sueño infantil la voz potente del padre Guare, que fue párroco en Villanueva por más de una década, ampliada por los parlantes que había instalado en la torre del templo: “Se espera a todos los fieles a una rogativa para que Dios nos mande la lluvia”. Me entusiasmé, mi diversión más grande eran las fiestas religiosas con voladores, vaca loca, y la orquesta de Juancho Gil tocando ’Tristezas del alma’ y al final un helado de esencia de rosas que vendían en un carrito que hacía sonar ‘Para Elisa’ de Bethoven, por todas las calles.

Me equivoqué: el asunto era triste, sacaron la imagen de San Isidro, que reposaba, no sé si todavía, en un nicho en la iglesia, y una multitud lo seguía, como patrono de las cosechas, rogándole por una gota de lluvia. Yo iba agarrada de la mano de mi madre, y aunque no era mucho lo que entendía, sé que las deprecaciones eran mezclas de angustia y esperanza.

Si llovió o no, no lo recuerdo. Ahora cuando estamos ahorrando energía, y vivimos una cierta angustia por la sequía, estoy segura de que el fenómeno del Niño es muy viejo, pero antes, la única preocupación que traía era la pérdida de las cosechas.

Más tarde, o años después, hubo un invierno de espanto, el río se creció tanto que bañaba el centenario puente con su agua color de chocolate y volvían a peligrar las cosechas, entonces mi madre nos pidió a mi hermano y a mí que dijéramos a cada rato “San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol”, y lo hacíamos mientras saltábamos a la cuerda en mitad de la sala, porque afuera la lluvia no paraba.

San Isidro se me hizo simpático, aunque, fuera del estribillo con el que amenizábamos los juegos, nunca le he rezado, pero de seguir la situación del país tan árida habrá que congregar a una gran rogativa en Atánquez que es donde se venera al santo de las lluvias y las sequías. Mientras tanto a ahorrar energía, a no malgastar el agua.

Valledupar parece una ciudad desprendida de Colombia, desde aquí veo por la ventana las luces de los edificios, portales de las casas y negocios cercanos, encendidas, muy brillantes como desafiando al mundo.


Tomado de elpilon.com.co 

Memorias de un país

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Rafael Eduardo Frías González. En Colombia suceden hechos sin precedentes en la historia de la humanidad, demostrando que el alzhéimer político-social-endulzante, se constituye en la enfermedad predominante que afecta con mayor impacto a la clase baja del país; el manejo impresionante de los medios “los lleva” (no me incluyo porque sea de la clase hidalga sino porque gracias a DIOS, no soy tan permeable aunque no infalible) de un lado a otro con tanta facilidad, hasta enfrentarlos por trivialidades o hechos fácticos que se afirman y desmienten generando el caos sin saber a quién creer.

En un principio, DIOS creo a Lucifer, “el ángel de luz”, el que por “corrupción” debió ser denunciado y condenado al exilio, tomado así el nombre de Satanás o Demonio; cuántos hoy, aún a sabiendas de la historia pero con una memoria de pocos recuerdos, de una o de otra manera se convierten en defensores y seguidores del mal o de este señor?.

Al hacer remembranza de hechos como la toma del palacio de justicia en Bogotá, año 1985, donde acusaciones iban y venían sin que nadie se indilgara la responsabilidad (ni tonto que fuera), todo estaba a luz pública pero sin evidencias concretas, y no se sabía a quién creerle, ese día los medios por orden de los que pueden, pretendieron opacar lo que sucedía con la transmisión del partido de fútbol colombiano entre Unión Magdalena y Millonarios, y el año anterior 2015, luego de pasado 30 años, “uno” por ahí (el distinguido Belisario Betancourt Cuartas) admite responsabilidad y “pide perdón”, con eso dio por saldado todo pero la verdad sigue en penumbras.

A través del programa “Agro robo seguro”, perdón, corrijo “Agro Ingreso seguro”, al señor Andrés Felipe Arias, se le inició un proceso por corrupción y peculado a favor de terceros, y al parecer está ad portas de ser absuelto, y ganar demanda millonaria que pagaremos todos los colombianos por el perjuicio que se le ha ocasionado al pobre señor Arias.

De continuar con relatos como éstos, sería extensa y casi que interminable la lista y muy seguramente, sólo los recordamos cuando conmemoran sus “efemérides” o leemos algún artículo como el presente.

El tema de moda por estos días es el de la famosa “Comunidad del Anillo”, que fue dado a conocer o mejor, popularizado mediante el vídeo que puso en jaque mate a los señores Rodolfo Palomino y Carlos Ferro; al primero por ser señalado de practicar la proxeneta al interior de la Institución que dirigía (los riesgos de ser la cabeza visible) y al segundo, por tráfico de influencias a costa de favores sexuales, lo que salpica a muchos de nuestra clase dirigente de mayor rango en el país; lo que más me llama la atención de lo sucedido, es que han polarizado al pueblo-pueblo, los que se enfrentan por las opiniones encontradas de los medios, los del problema de alzhéimer político-social-endulzante, los que siguen votando por los mismos sólo porque les cambian el nombre y la imagen, olvidando la ascendencia de éstos, sus colaboradores y antecesores en los cargos; los que creen que la construcción de una vía sería la solución de los problemas de los Wayuu en la alta Guajira; los que piensan que un vídeo (que es el florero de Llorente de última hora) es el irrespeto más grande a unos hombres “sin mácula”, “probos”, que son señalados afrentosamente, dañando la imagen de las Instituciones del país, de sus familias, publicación que se constituyó en la prueba reina, que muy seguramente nadie, como cuando transmitían el partido de fútbol entre el Unión y Millos en 1985, nos hubiésemos percatado de lo sucedido y todo se hubiese manejado con hermetismo para evitar situaciones tan bochornosas.


Todo esto hace reminiscencia de algunos de los periodista que se atrevieron a poner el dedo en la llaga, caso del inmolado Jaime Garzón, asesinado en 1999; en enero de 2001, Claudia Gurisatti, debió abandonar el país; igualmente Guillermo Prieto “El Pirry”, quien en el mes de abril del año anterior debió huir de Colombia y ahora a la señora Vicky Dávila, por lo que ya sabemos pero que pronto será materia de olvido, a causa del famoso alzhéimer político-social-endulzante; quién será el próximo?, será que seguirán mártires sacrificándose detrás de nada?; vaya PAÍS SIN MEMORIA…por favor señores, hasta cuándo?, NO A LAS MANIPULACIONES, NO A LA CORRUPCIÓN, NO AL CLIENTELISMO QUE ACABAN CON LO POCO QUE NOS QUEDA…LA DIGNIDAD!

¿Cómo el país entiende a La Guajira?

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Hernán Baquero Bracho. Los momentos aciagos que ha estado viviendo el departamento en el último año  por culpa del incremento del fenómeno del niño, el cual ha generado una sequía  como la vivida en los años 96 y 97; la desnutrición alarmante y la pobreza extrema e irredenta que ha generado la muerte de miles de niños wayuu, el zarpazo con que el gobierno nacional nos expropio de las regalías que se generan por la riqueza de nuestros recursos naturales, que ha mostrado un hueco fiscal de enormes proporciones y la corrupción alarmante que ha cabalgado sin justicia y sin ley como en la mejor pradera del descaro de los que se han robado los dineros públicos, nos ha puesto al descubierto de las grandes debilidades que tiene La Guajira y la gran prensa nacional, así como el mismo gobierno central y connotados dirigentes de la patria se ha ido lance en ristre contra los guajiros, como si fuéramos la caca de Colombia y nos han estigmatizado de tal manera que por ejemplo el agua que se está entregando en las diferentes rancherías viene con carro tanques incluidos desde el interior triplicando los precios, porque los de acá se roban los dineros, lo que genera desconfianza y falta de credibilidad de todos nosotros con el resto del país.

De ahí que surja la pregunta obligada como ese mismo país nos podrá entender, que La Guajira ha sido un departamento que ha estado por centurias en el mismo abandono por parte de esos gobiernos centralistas y que el rezago social y presupuestal es de más de 15 billones de pesos, si colocáramos ese peso a valor presente. Por fortuna a este departamento le llegó una bonanza con sus recursos naturales que con sus regalías ha estado recibiendo por el orden de 5 billones de pesos, pero son tan grandes  las necesidades básicas insatisfechas en todos los frentes, que esa deuda social del Estado con la península ha quedado pequeña, pero además de esos grandes recursos que le han entrado por concepto de regalías, los dirigentes no los supieron invertir, generando una mala planeación, atomizando dichos recursos en obras de menor impacto y tomando una buen porción de esas regalías para enriquecerse de la manera más descarada. Como en toda bonanza, las comunidades con sus dirigentes menores, también fueron cómplices de toda esta debacle en que se encuentra sumida La Guajira hoy en día.

Pero analicemos cifras las exportaciones de La Guajira representan para el país  cerca de 2.600 millones de dólares, es el quinto departamento con mayor participación en las exportaciones nacionales con el 4,9%, siendo Antioquia el primero y el Cesar el tercero. El PIB PERCAPITA es de $8.6 millones que representa alrededor del 0.8% del PIB NACIONAL que es de $7.7 billones de pesos. Pero con todos estos índices en La Guajira el  índice de pobreza está en el 64% y la pobreza extrema está en el 37%, una de las  mayores del país.


El aparato productivo  de La Guajira produce 7.803 miles de millones de pesos y ocupa a 422.564 personas. Una economía totalmente dependiente de la minería. Es el tercer departamento que más depende de la explotación de los recursos naturales después de Casanare y Meta. La extracción de carbón representó en promedio entre 2003 y 2013, el 56% de su producto interno bruto, lo cual lo convierte en un territorio atípico a nivel nacional por la composición de su estructura económica y su alta dependencia de un solo sector. El 64% de los ocupados se encuentra en las actividades agropecuarias comercio al por menor y manufacturas, y estos solo generan el 11% del PIB. Mientras que la explotación minera y la de canteras una actividad con pocos encadenamientos productivos, con el 2% de los ocupados produce el 53% del  PIB, lo que genera en su mano de obra bajo valor agregado. Son análisis que la gran prensa y el mismo gobierno nacional deberían observar y bajo un periscopio académico buscarle eso si un quiebre a la economía minera.

Evas: vallenato hecho por mujeres en el Festival Francisco el Hombre

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El comité folclórico del Festival Francisco El Hombre, conformado por personajes de trayectoria y reconocimiento nacional en el campo de la música popular, han dado a conocer los nombres de las agrupaciones que competirán por la estatuilla, entre las que se encuentra la agrupación EVAS.

Algunos de los elementos de juicio que tomó el Comité Folclórico para calificar a los talentos fueron: Interpretación, vocalización, propuesta, originalidad, armonía y acople de las agrupaciones. Es importante mencionar que muchas de las causas que afectaron a los que no quedaron elegidos fue no cumplir con la totalidad de los requisitos técnicos establecidos por el comité.

Es así, como la octava versión del Festival Francisco el Hombre a realizarse del 18 al 20 de marzo en Riohacha, La Guajira; tendrá la presencia de una agrupación de mujeres, tal es el caso, de “Las Evas” integradas por Maria José Ospino, María Silena Ovalle y Eliana Gnecco.


El grupo Evas se inscribió al concurso como representantes de Villanueva, La Guajira teniendo en cuenta, que María Silena y Maria José así como otros integrantes de la agrupación son villanueveros, esto corresponde a  un homenaje a la tierra de la cuna de acordeones y un compromiso más por demostrar calidad musical en la tarima Francisco el hombre.

Por su parte, Fabrina Acosta representante de la agrupación refiere que: “Es importante seguir dando apertura a escenarios de igualdad y equidad, por medio de un sendero tan propicio como lo es, la música vallenata; las Evas llegan con la firme convicción que pueden ganar, con la seguridad que les genera la preparación que han tenido y además la experiencia lograda por medio de la causa social que lideran, a través, de su talento musical; denominada Foro Concierto La mujer en el Vallenato, que es una de las áreas de trabajo de la Asociación Evas&Adanes”.

Es importante mencionar, que se han presentado agrupaciones de los departamentos de Tolima, Bolívar, Bogotá, La Guajira, Atlántico, Medellín, Córdoba, Santanderes, Villavicencio, Magdalena, y los países de México y Venezuela. Sesenta organizaciones inscritas para la versión 2016 del Festival Francisco El Hombre. Los artistas inscritos aspiran a obtener un galardón en las categorías: Mejor cantante, Mejor acordeonero y Mejor agrupación.

Algunos de los artistas que han logrado un cupo para participar en la Final de “Buscando a Francisco El Hombre” el próximo 18, 19 y 20 de Marzo en el Distrito de Riohacha son: Las Evas, Aris Vargas E Ivan Crespo; Farid Leonardo & Omar Hernandez; Robert Hernandez & Gustavo Rodriguez; La Región; Eucardo Peñaloza & Carlos Trujillo; Junior Saavedra y Niko Blanco; Zamia de La Rossa. Entre otros.

 
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