La magia del vallenato

25/4/11


Anoche tuve un sueño, otra voz, era una pesadilla. Soñé que en mi tierra provinciana se había acabado la música de juglares y acordeoneros. Era horrible, me faltaba algo vital, el aire que oxigena, la alegría que da ilusiones, el sentido de la vida. Imaginen nuestra tierra sin música. Será un desierto de almas apresadas en estéril entorno, pues sin un canto vallenato, ¿Cómo cantarle a la vida? ¿A amores y desamores, a la lealtad y al engaño, al amigo, a la madre, a la injusticia, al pasado y al futuro, al dolor y a la esperanza, a los valores, orgullo de esta tierra diferente?.

Como seria nuestra vida sin la emoción de no sentir un acordeón con sus notas descaradas y tendencias magistrales, o la caja que retumba con sus ecos en el alma, o la guacharaca que chilla melodiosas armonías.

¿Cómo concebir nuestra vida vallenata sin los cantos de Escalona el mas grande que se ha ido, sin los bajos del Alejo que no muere, sin la poesía de Gustavo o la caja de Castilla? Sin la narrativa de Andrés Becerra echando a volar el alma en versos que contonean en una parranda? ¿Sin olvidar las grandes notas del viejo Mile? ¿Sin los poemas de Rosendo, de Tomas Darío Gutiérrez o del Mono Daza? ¿Sin el mejor acordeón del mundo, el pollo Isra o la ejecución de Egidio? ¿Sin los cantos de Daniel Celedon o los versos picaresco de Beto Murgas? ¿Sin el acordeón de “Chiche” Maestre o las lecciones del vallenato del gran “Turco Gil” o una buena parranda de “Ponchito” Cotes y “Pangue “Maestre, en casa de Darío Pavajeau? ¿O una concentración de Gallos sin Checho Castro, Augusto Orozco y los Gómez?

¿Como entender la música de juglares que se fueron como el gran Escolástico Romero, Poncho Cotes Querúz, “Chico” Daza, Lacides Daza, Beltrán Orozco, Martin Maestre, Alonso Fernández Oñate y tantos otros que se me escapan de la memoria? ¿Cómo entender nuestro folclor sin la voz de Jean Carlos Centeno y de Jorgito Celedon, Silvestre Dangond, El Gran Martin Elías, o el ídolo Diomedes Diaz o el tenor Ivan Villazon y el gran tuntuneco Saúl Laleman? ¿O la alegría de las notas del “Cocha” Molina con el pulmón de oro “Poncho” y la Voz de Jorge Oñate y el acordeón del Rey vallenato Cristian Camilo Peña, o el gran Peter Manjarrez y el también rey Sergio Luis Rodríguez o la voz merenguera de “Beto” Zabaleta y las Notas endemoniadas de Franco Argüelles? ¿Cómo seria nuestra música sin Ivo Díaz, o las melodías de Omar Geles y de Alvarito Meza?

¿Cómo entender la vida sin los cantos de Leandro, el ciego de oro; las notas de Lorenzo conjugado con tantas dinastías que ha dado la magia del vallenato? ¿Cómo olvidar al mejor repentista que ha tenido el vallenato, Toño Salas y el rey de las decimas, el gran Emiliano Zuleta Baquero?

¿Cómo crecer en la vida sin el coro de acordeones, cajeros, guacharaqueros, cantantes y compositores que día tras día van naciendo para inmortalizar el acerbo cultural y folclórico de esta tierra que es música, magia, poesía y lleva como alma un conjunto de acordeones, haciendo apología a nuestra recordada Consuelo la heroína del vallenato?.

Que pesadilla, que noche mas oscura y después de tanta angustia del cielo bajaban cantos inmortales, era “Juancho”, el viejo Mile, “Colacho” que tocaban para que Rafa cantara letras de Fredy, de Nando y de Octavio. La vida volvía. Desperté para encontrar que sin música bajo ninguna circunstancia viviría.


Hernán Baquero Bracho

Columnista Villanueva mi@

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