Sólo para Diomedistas

23/12/13


Andy Alexander Ibarra Ustariz (@andyIU). De los muchos acontecimientos inexplicables de la vida siempre me sacude la infausta casualidad de observar cómo el enfermo grave muestra una leve mejoría antes de morir, me impresiona la aparición de ese hálito de vida del agonizante que siembra esperanza en sus familiares y que finalmente se convierte en la señal de su despedida. La muerte de Diomedes Díaz llega cuando estábamos extasiados escuchando su más reciente trabajo musical, una excelente pieza vallenata que ya era exitosa por su propio contenido y no tanto -como ocurrirá- por estar asociada a la proximidad de su amarga despedida.

En tan sólo un fin de semana logró tantos aplausos y elogios que era inevitable pensar –de forma metafórica- que ese trabajo representaba la auténtica nube que en tiempo de invierno cubre la montaña, la que reverdece la sábana y colma la fauna de alegría; es decir, en poco tiempo nos mandó a sus seguidores una señal de recuperación, de esperanza, pero terminó siendo su último aliento, su último esfuerzo de vida, la última señal de su deseo vehemente de seguir escribiendo la historia de su leyenda.

Si por los azares del destino alguien lee estas letras y no sabe de la grandeza de quien les estoy hablando deben saber que la música vallenata ha perdido a su propio Michael Jackson, a su propio Héctor Lavoe, perdió Colombia a un nuevo Joe Arroyo. Para conocerlo sólo debe escuchar todo su repertorio musical, las canciones de su autoría son su propia vida cantada, donde desnuda su alma, sus amores y desamores, alegrías y tristezas, sus anécdotas, su propia filosofía bucólica; en definitiva, murió el perfecto traductor de sentimientos porque las personas que -como yo- muchas veces no pueden expresar de manera escrita o verbal alguna emoción o algún hecho de sus vidas, les resulta oportuno y suficiente cantar una canción de Diomedes.

Sus seguidores fieles debemos sentir complacencia porque siempre lo acompañamos, nunca lo abandonamos ante la adversidad, siempre debemos estar orgullosos por haber respaldado desinteresadamente su vida musical en la efervescencia y aún en los estertores de su carrera. El dolor que cada uno de nosotros siente por su partida es suficiente para honrar su memoria sin que deba interesarnos la compasión o solidaridad de aquellos que, con ocasión de su muerte, se burlan de este vacío que sentimos en el alma  y serían felices si pudieran escupir el ataúd donde reposa exánime el artista, aquellos que gozan dándole rienda suelta a su miseria interior para pontificar y moldear una imagen oscura que nada tiene que ver con la imagen que la masa tiene de su ídolo. ¡Fracasarán en ese intento de deshonrarlo!.

Diomedes no ha muerto, por el contrario nació la leyenda llamada “El Cacique de la Junta”, esa que también ilustrará la historia de la música vallenata como Francisco “El Hombre” y el mismo Rafael Escalona. No concibo un momento más propicio para que las nuevas figuras y folcloristas revisen toda su obra, volver a estudiar a Diomedes es un imperativo, su cancionero vallenato debe ser analizada en cada frase y ser inspiradora para entender la esencia de este folclor que buscamos perpetuar y, en lo personal, esperaría que con su partida no se sigan produciendo malas imitaciones de un estilo que es irrepetible por ser innato a su propia naturaleza humana, a lo sumo sólo podrían reivindicarlo sus descendientes en caso de existir aquello que llaman información genética.

Nacimos y vivimos en los tiempos de Diomedes Díaz, un campesino Guajiro de claros rasgos indígenas que delataban su estirpe, excéntrico, alguien que nos hizo feliz con su canto, un hombre que sintió en sus huesos el cariño de su fanaticada hasta el punto que aún temiéndole a  la muerte logró visualizar a la perfección su multitudinario funeral. Lloremos juntos y sin que nos de pena, sintamos orgullo, despidamos al más grande llorando y cantando sus versos bonitos.


                                            A mi hermano Adrian quien me enseñó a ser Diomedista. 

1 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!:

  1. Raymon Sales Contreras dijo...:

    Primo, la ultima vez que lo vi en tarima fue en villanueva, festival cuna de acordeones 2010, estaba el pollo Adrian convaleciente por los quebrantos de salud que lo aquejaban y oh sorpresa cuando escucho, "Para mi sobrino Adrian, Dios me lo bendiga y que se recupere pronto", Dios engalana la gloria celestial con este inolvidable e inmortal ser humano.

 
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