Las Emociones

22/7/11


Nadie duda que el comportamiento se vea afectado directamente por las emociones. Ahondando en esta realidad, hay que entender que gobernar las emociones es dominar nuestras reacciones. La realidad la percibimos mediante los sentidos y le damos una explicación desde nuestra mente. Todo lo que entra por nuestros sentidos y entra en nuestra mente despierta emociones y respondemos mediante nuestro cuerpo. El principio recalca que: “Mejor es dominarse a sí mismo que mandar un ejército”, pará enfatizar la importancia de ser auto disciplinado y de manejar las respuestas y las reacciones.

Las emociones pueden tener un efecto similar al de la gasolina, puede ser peligrosa y destructivas cuando está fuera de control, pero muy valiosas cuando las controlamos y canalizamos de manera apropiadas. La emoción es un combustible dentro de nosotros. Necesitamos aprovechar las energías que ofrecen las emociones y que tenemos a nuestra disposición para hacer el bien, sacar adelante nuestros proyectos de vida y ser personas buenas en la práctica.

Las energías de más alto poder son las más peligrosas, pero bajo control son las más valiosas. Por ejemplo, la energía nuclear es sumamente valiosa por su poder, pero fuera de control es una amenaza gigantesca. Lo mismo le sucede a una persona que no maneja sus emociones, en el control reside la diferencia.

A veces, cuando no podemos controlar y manejar nuestras emociones desperdiciamos oportunidades, echamos a perder negocios, malogramos vínculos con quienes nos rodean.
Las personas que controlan sus emociones y que logran manejar esta energía son dueñas de sí misma, son reflexivas, no dejan de ser espontaneas y evitan manipulación, son coherentes. Los seres humanos nos “leemos” los unos a los otros, la gente hace su propia lectura de nosotros, según controlemos o no nuestras emociones; por eso ellas son buenas y necesarias para aplicar y darle vida a nuestras convicciones y actuaciones. De allí que, que una vez conozcamos lo correcto, debemos añadir toda nuestra emoción, ya que es correcto: amar a los demás, pasar cantidad y calidad de tiempo con nuestros familiares, ser mejor, hacer más y mejor, decir la verdad, entre otras cosas, todo ello necesita nuestra emoción total.

Debemos proyectarnos hacia los demás diciéndole quienes somos, qué somos, por qué somos lo que somos y que queremos o esperamos de ellos. De esta manera establecemos los parámetros correctamente y los demás podrán decidir si quieren tomar parte o no. Todo esto explica que las emociones incontroladas pueden arruinar nuestra reputación, por ejemplo: el cerrar violentamente una puerta, hacer una mala mirada o un mal gesto, transmiten mensajes contundentes que difícil mente podemos remediar o excusar. Casi siempre, los gestos y las acciones que acompañan a nuestras palabras son mucho más determinantes que las mismas palabras.

El lenguaje no verbal que utilizamos dice tanto de nuestras emociones y carácter como las palabras mismas y en ocasiones tienen mayor efecto, en fin todo lo que hacemos transmite un efecto, por eso no debemos ignorar el valor de este principio universal de que el que maneja sus emociones sabe manejar su vida, alcanzar metas, podemos aumentar nuestra valía y sentirnos felices y realizados, creciendo así nuestro autoestima.

Jorge Mario Lopez Nuñez
Columnista Villanueva mi@
Twitter @LopezJorge M
E mail: jorgemlopez2@hotmail.com

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