Los aviones se caen

16/2/13



Por: Adrian Ibarra Ustariz. 

La agencia espacial de Estados Unidos (NASA) informó que el meteorito cayó en la provincia rusa de Cheliabinsk, liberando una energía equivalente a 30 veces la bomba atómica de Hiroshima. El fenómeno dejó 1.100 heridos y millonarias pérdidas, pero además desató también el filósofo que llevamos dentro, y puso momentáneamente en la palestra cotidiana de charlas esquineras, debates de parque y discusiones humedecidas en cerveza, el enigma del fin del mundo.

¿Es posible el fin del mundo a causa de un meteorito? Joel Levy en El día del juicio final nos alerta al respecto, analizando los 4 tipos de escenarios para el fin de la civilización: las procedentes de laboratorios, el cambio climático, las relacionadas con la geopolítica, y los peligros naturales, como el impacto de un asteroide.

Existen millones de asteroides y cometas orbitando alrededor del Sol, y muchos de ellos siguen trayectorias que se cruzan con la de la tierra, por eso, ocurren impactos de este tipo todos los días, aunque no revistan mayor peligro, y no sean tan mediáticos, porque gran parte se desintegran antes de llegar a la superficie o caen en zonas deshabitadas. Pero ocasionalmente asteroides o cometas se estrellan con la posibilidad de acabar una ciudad, o incluso hacer daño a escala planetaria, lo cual depende de su tamaño y velocidad. Al respecto dice Levy que existen en la tierra al menos 165 cráteres conocidos de impactos de meteoros con un tamaño suficiente para acabar grandes ciudades, y que hace 65 millones de años el denominado impacto Chicxulub marcó el fin del período Cretáceo, en el que se cree murieron 65% de las especies vivientes en la tierra, incluidos los dinosaurios. Los cálculos de astrónomos arrojan que de los miles de asteroides ‘peligrosos’  sólo 13 podrían tener alguna posibilidad de impactarnos antes del 2.100. Así las cosas, es posible que la civilización llegue a su fin por esta causa, pero es muy poco probable.

Sin embargo, advierte el análisis, la amenaza principal a la civilización la encabeza la alteración del ecosistema global. El insostenible modelo consumista, acelerado a partir de la revolución industrial, y extendido en la actualidad por la globalización está llevando a la civilización a una catástrofe más tangible, generada en todo orden, desde la  tala de un humilde campesino, pasando por los botaderos de desechos en pueblos y ciudades, hasta el calentamiento global.

Así pues deberíamos asociar el fin del mundo más con el ecocidio del que somos parte, y sobre el cual las tendencias presentes no permiten ser muy optimistas, en lugar de pensar en un cataclismo por meteoritos, cuyas posibilidades son bajas, según Levy, son más o menos equivalentes a las de morir en un accidente de aviación.

Con todo, no puedo evitar recordar que los aviones efectivamente se caen. 

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