La negociación de la guerra para conseguir la paz

13/9/11

En el gobierno de JUAN MANUEL SANTOS, se está presentando la oportunidad de conseguir la anhelada paz para los colombianos. Él lo ha manifestado en diferentes foros y encuentros que no está cerrado a esta posibilidad, siempre y cuando los grupos al margen de la ley coloquen las cartas sobre la mesa y no lo que están haciendo hoy de volver al terrorismo en las diferentes regiones de la patria, como lo ocurrido en los últimos días donde han caído soldados y policías en servicio a los deberes de la seguridad ciudadana.

Pero la negociación de la guerra para conseguir la paz, involucra replantear el modelo económico, la concentración y distribución de la tierra como una nueva dimensión de una nueva reforma agraria para el desarrollo rural. Al igual que la sustitución de cultivos alucinógenos.

Pero, independientemente de los avances del proceso de negociación con la insurgencia, es necesario discernir las aproximaciones y diferencias del modelo de desarrollo económico (estructura económico-social), el cuál redimensionará lo rural en términos de política agraria y aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, entre otros; considerando, obviamente, la intervención estatal a través de políticas y planes de sustitución de importaciones y la continuidad del modelo vigente de libre mercado. La sustitución de cultivos ilícitos debe continuar reubicando productores y desarrollo social, rural y tecnológico, para facilitar la incorporación de miles de colombianos a una producción sostenible.

Normalmente en los planos nacionales de reactivación del agro colombiano no se tiene en cuenta el factor energético, siendo este vital para lograr mayor productividad y competitividad. Colombia necesita un plan de desarrollo agroindustrial y en el cual el factor energético debe ser tenido en cuenta en una alto grado. Dentro de una política de sustitución energética es conveniente mirar la actual canasta energética y algunas de sus variables (tipos y origen de combustibles, poderes caloríficos, costos).

Hoy por ejemplo la Guajira presenta un nuevo tipo de energía eléctrica, como es la eólica que ya está dando resultados a través de las empresas públicas de Medellín, donde se están originando 20 Megavatios que van al mercado nacional pero sin ningún beneficio para la península y se constituye en una nueva posibilidad de abastecimiento energético, cabe destacar la ley de regulación de la producción y utilización de alcoholes carburantes en mezcla con gasolina o ACPM, cuya vigencia es una realidad. Esta herramienta legal podría ser de gran utilidad para contribuir a reactivar el agro y reducir las importaciones de gasolina, garantizando un abastecimiento de combustibles.

Al ampliar y replantear el concepto de electrificación rural o energización rural, se clarifica el papel de las fuentes alternas de energía. Desde el hombre primitivo hasta la sociedad industrial actual, los métodos de explotación agropecuaria han variado grandemente, así como también, los flujos energéticos. La introducción de insumos, semillas, agroquímicos y mecanización (incluyendo manejo de agua-suelo y agroindustria), demanda volúmenes crecientes de energía en forma directa o indirecta.

Ante estas realidades, Colombia enfrenta tres grandes retos con el desarrollo rural: Aumentar la competitividad agropecuaria-agroindustrial, mejorar las condiciones de vida de la población rural y reducir las presiones migratorias y ambientales y, para ello necesita del concurso de un sistema de formación universitaria en ciencias agrarias sintonizado, comprometido y coordinando con toda la institucionalidad de ciencia y tecnología.

Hernán Baquero Bracho
Columnista Villanueva mi@

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