Elemental, mi querido Watson

30/1/12


Hasta el propio Sherlock Holmes se vería a gatas tratando de desenredar el nido de anzuelos en que se ha convertido el asesinato del joven estudiante universitario Luis Andrés Colmenares, ocurrido el 31 de octubre de 2010 en inmediaciones del parque El Virrey de Bogotá.

Cada día que pasa aparece un nuevo testigo “clave”, o una declaración de una autoridad deja sin piso la que era considerada una prueba reina, o una de las partes vinculadas al proceso denuncia artimañas de la contraparte. Y cuando se cree que el proceso empieza a avanzar, entonces, como por arte de magia -o de mafia, vaya uno a saber- se vuelve otra vez al comienzo de la historia. Mientras tanto, pasa el tiempo y el crimen del estudiante villanuevero comienza a empantanarse en los vericuetos de la impunidad.

Es lo que acaba de suceder con las declaraciones de la estudiante María Camila Romero, amiga de Luis Andrés, quien también hizo parte del grupo que compartió con él horas antes de su asesinato. “Me fue muy bien. Rendí mi testimonio ante el fiscal y no quiero responder preguntas”, declaró con cinismo y frialdad una vez culminada la diligencia judicial. Solo faltó que cada respuesta estuviera acompañada del consabido “o sea…”.

La frescura de María Camila, como la de Yessy Quintero y la de Laura Moreno, amiga y novia de Luis Andrés, respectivamente, vinculadas al proceso, quienes, inclusive, lucieron risueñas y radiantes en su primera aparición ante los medios de comunicación, hace pensar que los únicos interesados en que se sepa la verdad de lo ocurrido son los padres de Luis Andrés. Ellos han tenido que enfrentarse a la indiferencia de una sociedad que mira con desdén el asesinato de su hijo, así como de un círculo social que les está cobrando a todos ellos su origen provinciano y su carencia absoluta de apellidos y abolengos.

No nos digamos mentiras: si el muerto hubiera sido otro estudiante, la misma universidad donde estudiaba Luis Andrés ya se hubiera apersonado del asunto y hubiera movilizado a todo el establecimiento estudiantil del país con el fin de esclarecer el crimen, como han hecho en otras ocasiones.

El silencio de la universidad, que ni siquiera ha sacado un comunicado expresándole su solidaridad a la familia de la víctima, llama mucho la atención, pues se supone que en sus aulas no hay alumnos de primera y de segunda. A no ser que sus directivos piensen, como el abogado defensor de las jóvenes Yessy y Laura, que la muerte de Luis Andrés fue un accidente. O peor: que el joven costeño se suicidó. Sería la primera vez en la historia de la humanidad que un “accidentado” sufre siete lesiones en distintas partes del cuerpo, magulladuras de todo tipo y múltiples contusiones en el cráneo. Los únicos que creen la versión del supuesto e inverosímil accidente son ellos. Nadie más.

No necesito ser un experto para afirmar, como el fiscal 11 de Vida Antonio Luis González – a quien partes interesadas quisieron sacar del camino – que Luis Andrés Colmenares fue asesinado y que estamos asistiendo a un sofisticado plan de encubrimiento, cuyo único propósito es impedir que se sepa toda la verdad.

Por esa razón quienes deben colaborar con la Justicia y contribuir al esclarecimiento del crimen, empezando por sus amigos y amigas, así como sus familiares, son los primeros en pretender desviar las investigaciones, como sucedió con María del Pilar Gómez y Aydée Acevedo, respectivamente madre y abogada de Carlos Cárdenas, ex novio de Laura Moreno, otra ficha del rompecabezas que aún no encaja. Una de ellas habló, inclusive, de “sacar del caso” al Fiscal que adelanta la investigación.

El reto para las autoridades es enorme, pues si no logran desatar el nudo gordiano que rodea el “pacto de silencio” de todos los protagonistas de esta historia macabra, el crimen de Luis Andrés Colmenares quedará en la impunidad. Y si ello llegare a ocurrir, el mensaje para la sociedad sería devastador, pues quedaría evidenciado que la Justicia en Colombia solo es para los de ruana y que hay privilegiados a quienes el brazo de la Ley no los toca.

Para desenredar el nido de anzuelos del asesinato de Luis Andrés, Sherlock Holmes seguramente empezaría la investigación indagando al mayordomo, quien sería, sin duda, el primer sospechoso. Ocurre que en esta historia no hay uno sino varios mayordomos, que no son otros que los amigos de Luis Andrés, pero curiosamente son los únicos que no despiertan sospechas en un influyente sector de la Justicia. Craso error, pues con los elementos que hay, ya Sherlock le habría dicho a su gran amigo: encontrar a los culpables es elemental, mi querido Watson.

Oscar Montes
oscarmontes65@ yahoo.es
Columnista de El heraldo

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