Ahorrar o invertir las regalías

23/1/11


El fondo de estabilización aspira a mantener fuera del país una parte importante de los ingresos en dólares para evitar presiones sobre la tasa de cambio que debiliten la industria y las exportaciones no mineras.

El fondo pensional no tiene presentación, me parece, porque debe estar asegurado por los ingresos corrientes y no depender de una renta minera que puede ser volátil. Es como decir, nos ganamos una lotería con la que vamos a pagar de manera permanente las pensiones de cientos de miles de funcionarios. Puede ser una señal para contratar personal superfluo, para lo cual las entidades no tienen que hacer los aportes de ley y para que los funcionarios no ahorren durante toda su vida laboral.

Ahorrar en el fondo de estabilización, en momentos en que la economía ha sufrido un enorme choque en su acervo de vivienda e infraestructuras, tampoco parece oportuno. Una parte de la renta minera se podría gastar en importaciones de maquinaria pesada y en bienes de capital para acelerar la reconstrucción del país, aunque quedaría faltando el componente en pesos de la inversión. El Gobierno piensa acopiar este tipo de recursos mediante la venta de una parte de Ecopetrol por pequeños tramos y con una reforma tributaria integral que viene cocinando, en buena hora. Al desfinanciamiento estructural del Gobierno central (más de 4% del PIB), se le agregan por lo menos 2% del PIB en la reposición de infraestructura destruida.

El fondo de compensación regional asignará recursos a los municipios y poblaciones más pobres del país, algo que la economía política del clientelismo no ha querido hacer. Incluso la pobreza relativa tiene un peso débil en el monto de las transferencias que le gira el Gobierno central a municipios y departamentos. Se beneficiarán con la nueva orientación el Chocó, Cauca, Nariño, La Guajira, Sucre y Magdalena, a pesar de que algunos solían percibir regalías directas que han sabido malversar.

Se organizarán asociaciones departamentales ad hoc, según los proyectos que escojan entre los varios que va a generar Planeación Nacional y que serán de envergadura mayor, beneficiando a regiones amplias; se dejan atrás los pequeños proyectos locales que sólo beneficiaban a los contratistas y desperdiciaban lastimosamente los recursos públicos.

Falta por definir el monto de las regalías que percibirán las regiones productoras y que pueden ver reducidos súbitamente sus ingresos. Se podría pensar en un régimen transicional en el que se les va marchitando progresivamente su participación, dejando un monto razonable que cubra dos contingencias: el daño ambiental (que debiera pagar también la empresa minera o petrolera) más la pérdida implícita en la explotación del recurso no renovable y la atención de la población que migra a estas regiones en grandes números.

Diez por ciento de las regalías será destinado a un Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación, para el cual ya se oyen propuestas voraces de establecer filiales de Colciencias en todos las capitales departamentales. También hubo la propuesta de formar nuevos entes regionales con sus supergobernadores y superasambleas, con recursos de la Nación. Parece que somos buenos para gastar pero malos para contribuir.

Salomón Kalmanovitz
Columnista Invitado Villanueva mi@

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