Obnubilados y politizados

4/2/11

Como reflejo de nuestra condición de seres sociales es normal que nos interesemos por la cosa pública y que en algún momento pretendamos buscar la satisfacción de las necesidades colectivas teniendo legítimas aspiraciones a ser elegido en un cargo de elección popular. El interés en la solución de los problemas públicos nos hace -además de seres sociales- seres políticos por naturaleza, pero los apetitos individuales y la irracionalidad política han conducido a varios de los amantes de la actividad proselitista (líderes y acólitos) a quedar reducidos a ser simples “animales políticos”.

Tan politizado está el proyecto de vida de muchos que la esperanza de mejorar su situación personal se revitaliza cada cuatro años cuando se eligen nuevos gobernadores, diputados, alcaldes y concejales. Son seres obnubilados, convencidos de que la actividad política es el único instrumento para solucionar sus necesidades individuales o familiares y olvidan que la acción estatal debe estar al auxilio de quienes están en situación de vulnerabilidad y al servicio de lograr el bienestar general. Resulta oportuno dejar claro que desde el sector público sí se puede lograr la satisfacción de múltiples necesidades particulares, pero como acto reflejo de una gestión pública eficiente en procura de superar carencias colectivas, tales como: salud, educación y vivienda.

Los candidatos y los electores sabemos muy bien que el alto costo de financiación de una campaña política es la causa directa de la apropiación de recursos públicos por los ladrones de cuello blanco. Cuando el candidato y el grupo de dirigentes que lo respalda incurren en gastos excesivos, posteriormente, buscan recuperar en las sagradas arcas públicas lo invertido en campaña. Dada la perversión de tal práctica y como acto de madurez política uno de los criterios a tener en cuenta por el ciudadano al momento elegir debe ser, también, la valoración del costo de campaña del candidato.

Por su parte, los(as) aspirantes o candidatos(as), en un acto de madurez personal y cívica, no les quedaría mal entrar a valorar el riesgo existente al someter su patrimonio económico al azar y contingencias de la actividad política, sobretodo, cuando simplemente están animados por saciar sus apetitos personales. No descarten invertir esos millones explotando una actividad industrial y comercial, con responsabilidad social y ambiental, ese es un reto que deben considerar como parte de la solución de sus insatisfacciones personales, las empresas son motores de desarrollo, fuente de riqueza individual y fuente de generación de empleo, por ello: es medio de satisfacción de necesidades individuales (empresarios) y esperanza de satisfacción de necesidades colectivas (trabajadores).

Dejemos que el sector público cumpla su misión en beneficio de la comunidad, si su obsesión de riqueza lo emborracha mejor mire e invierta en el sector privado, tenga en cuenta que según la Revista Forbes (2010) el hombre más rico de Colombia es Luis Carlos Sarmiento Angulo y el nuevo hombre más rico del Mundo es el mexicano Carlos Slim, ellos son más acaudalados que Juan Manuel Santos y Felipe Calderón: los primeros empresarios y los segundos presidentes de sus países. Candidatos y candidatas a cargos públicos de elección popular, el llamado –quizás ingenuo- es a que no se equivoquen de medio para lograr sus fines personales e individuales.

Villanueveramente,

Andy Alexander Ibarra Ustariz
Columnista Villanueva mi@
(Twitter:@andyIU)

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