“LA ICHA VILLALOBOS”

El pasado 10 de marzo, falleció en su segunda patria, Maracaibo, la matrona villanuevera María Luisa Villalobos Fuetes o “La Icha Villalobos” como se le conocía cariñosamente. “La Icha Villalobos” fue una mujer luchadora, llena de vitalidad, que hace más de cincuenta años se había trasladado a Venezuela, buscando un mejor porvenir, como lo hicieron tantas madres villanueveras y en especial del barrio El Hormigueral, barrio de entrañables sentimientos de mi madre Carmen Bracho, como Olga Rumbo, Carmen Rincones, Julia Oñate, Icha Daza, María Gertrudis Oñate, y tantas que la memoria no me permite recordar pero que Villanueva y ese barrio inmarcesible las lleva en su corazón. Murió “Icha Villalobos” a los 82 años de edad, víctima de ese mal de la modernidad llamado “Mal de Alzaimer” y que ella como mi madre lo padecen, pero Icha se fue primero, a la tierra de nunca jamás.

Como les anotaba, esta matrona villanuevera se fue muy joven, buscando una mejor suerte, dejando a su hijo, Jose Alberto Daza Villalobos o “Betico” Daza, producto del amor con el mayor de los Daza Mojica: Mauricio. “Betico” se quedó en Villanueva en la curia con el padre Jose de Suesca y más tarde se trasladó a Casacará en la finca de los Dangond, llamada “Centenario”. Y en esa lucha de los aconteceres por Venezuela de esta matrona, la vida si le sonrió. “Betico” se traslada muy joven al lado de su madre y a punta de esfuerzos, logró terminar su carrera en sistemas. Y a él la vida le fue sonriendo y producto de ese deseo de superación, se convirtió en un exitoso empresario y a su madre le dio el mejor de los premios: su amor permanente y el apoyo incondicional no solo a ella, sino a su familia: a su hermano Enrique, a sus tías Carmen y Josefina y su tío Luis Felipe.

El amor de “Betico” por su madre era inmensurable de esos amores en que los hijos lo dan todo por la autora de sus días. El esfuerzo que ella puso en su corazón por su hijo para que fuera un hombre de bien, fue bien recompensado por él. La vida le sonrió, se le abrieron puertas y tocó el cielo en su historia personal. Como está escrito en el libro del Alquimista, el universo se conspiró para que sus sueños se hicieran realidad y fue así como terminó de presidente de “Caskopen”, la mayor empresa en El Estado Zulia que perforaba los pozos petroleros de Pedevesa y la que mayor facturaba en los tiempos de prosperidad de la Venezuela rica, pero que hoy ha caído con los índices más bajos en productividad de ese país hermoso, pero que en el presente, la maneja un loco llamado Chávez, quien la está llevando al caos y al abismo.

Pero ni la prosperidad de su hijo, cambio la actitud de una mujer humilde y aterrizada y su casa se convirtió por mucho tiempo, en la embajada de los villanueveros. Por allí pasaban los que hacían transito e iban con destino a otros Estados, o los que se quedaban en El Estado Zulia y mientras conseguían un empleo, “La Icha Villalobos” los hospedaba y les daba el cariño y el apoyo incondicional de una villanuevera, con corazón grande y con alma piadosa.

“La Icha Villalobos” se caracterizaba por eso: una grande amiga, una persona ejemplar y una matrona singular. Y además de esto, poseía otra cualidad, la de dicharachera y cuenta chistes. Hacia reír a todo el que la conocía y siempre tenía a flor de labios, una sonrisa y un ánimo positivista que contagiaba al más pesimista y al más triste. Nunca olvidó a su Villanueva. Cada año venia a su pueblo querido, visitaba a su hermana Hilda y por supuesto a toda su barriada del Hormigueral: sus amigas y amigos que hasta el día de su muerte, los llevó prendidos en el cogollo del alma, de esta matrona ejemplar. Recuerda “Betico” que la vida es una suma de recuerdos, donde nos vamos convirtiendo en coleccionistas de nostalgias. Siempre en ti permanecerá el recuerdo imperecedero de tu madre a la que le diste tanto amor. Paz en su tumba.

Hernán Baquero Bracho
Columnista Villanueva mi@