Luego
de 16 meses de la llegada de la pandemia y estar en emergencia sanitaria en
nuestro país, puedo afirmar sin temor alguno que esa proyección que seríamos
diferentes después de todo esto o que seríamos una sociedad que se
reinventaría, solo fue un deseo verbalizado que estábamos mal y que seguimos
peor.
En los últimos días sólo se observa en los
noticieros los enfrentamientos bélicos entre países, el asesinato de un
presidente, la naturaleza desatada producto del cambio climático generado por
el hombre y la cultura del odio en todas las esferas de la sociedad. Que
simplemente nos alejan más y dejan en evidencia las miserias humanas.
Según el índice de confianza 2021 de Edelman,
Colombia retrocedió 5 puntos, ubicándose en el cuarto lugar de los países donde
la gente no confía en su gobierno; el quinto donde la gente no cree en los
medios de comunicación.
Señala el informe que “los Colombianos
prácticamente no creemos en nada ni nadie”, y la verdad no me sorprende la
conclusión del documento, porque en el día a día en las redes sociales y en las
reuniones familiares o de amigos se evidencia la desesperanza aprendida.
Y qué puede pasar en un país donde su gente basa
sus relaciones en la desconfianza, es decir, que somos un pueblo qué transita
sin esperanza o incluso sin el factor de familiaridad que en otrora se
consideraba una característica esencial de nuestra idiosincrasia.
No es gratis entonces que estemos en una coyuntura
de polarización, donde los rótulos están a la orden del día; es así como ahora
la gente se clasifica de derecha o izquierda, fascista o comunista, facha o
mamerto y así podría señalar un sinnúmero de rótulos; que solo logra separarnos
cada día más como nación.
Por tanto el panorama nos demuestra que no hemos
cambiado, que esa idílica idea fue producto de la imaginación o del deseo
sublime de aquellos meses de confinamiento, donde posiblemente el miedo o la
angustia ante lo desconocido movieron circunstancialmente la solidaridad de un
sector de la sociedad.
Ojalá surjan liderazgos inspiradores que promuevan
con su ejemplo un cambio en nuestra estructura como sociedad; donde
efectivamente pasemos de la cultura de lo individual a la construcción
colectiva; como estrategia para la reconstrucción de la confianza.
Por ahora te invito a echar mente, y listar en
quien confías y quien crees que confía en ti?
No seas tú, uno de esos que dicen que no confían
ni en su propia sombra!!!
Fabian Molina Martínez.
18 de
Julio de 2021.
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