Por: Hernán Baquero Bracho. He tenido la oportunidad de conocer bien, a
la familia AMAYA-OVALLE, familia de la cual guardo los mejores recuerdos,
porque lo que soy hoy en día se los debo a ellos, me dieron amor, compresión,
cariño de hogar y me dieron la oportunidad de salir adelante, para ser un
hombre de bien y un profesional. Nunca podré pagarles ni con todas las dádivas
lo que ésta familia hizo por mí, especialmente a Rafael Augusto mi hermano
querido, quien me llevó de la mano a su familia para que me dieran apoyo,
protección y cariño, con un grado de amistad incomparable.
Pero nos estamos apartando un poco del tema, para dedicarle, toda mi
admiración, a Don Rafa Amaya, a “papa Rafa”, como le decíamos los que más cerca
estuvimos, de él. Su sabiduría era infinita, su época de educador fue la más
brillante que tuvo la guajira, los que nos educamos en el Colegio Santo Tomas,
nunca podremos olvidar las grande lecciones que éste patriarca nos dio: nos
enseñó a ser rectos en el proceder, a ser los hombres del mañana en base a
sacrificios, a dar más de lo que teníamos a nuestro alcance (recuerden que ya
en quinto de primaria, se daban clases de latín, inglés, francés y castellano,
para no referirnos sino a las materias más relevantes), nos enseñó a ser
humildes, en fin fue el forjador de una juventud que ha representado a Colombia
con decoro, porque de esa época donde exista un tomasino, tiene que ser un
hombre brillante, nombrarlos sería una, lista interminable, pero tomemos
algunos relevantes: Iván Daza Almendrales, Rafael Baquero Herrera, padre
Augusto Ovalle, Román Gómez Ovalle, Luis Felipe Ovalle, Rodrigo Dangond
Lacouture, Jaime Dangond Ovalle, Enrique Danies Rincones, Waldino Meza Orozco,
José y Jesús Orsini, Campo Elías Cabello, Luis Giovanetty, Rafael Antonio Amaya
Ovalle, Nellith Abuchaibe Abuchaibe, José Alberto Izasa Lafaurie, muchos de
ellos han ocupado cargos claves en el ámbito local o nacional.
Las normas que el enseñó no las podremos olvidar, es algo que ha quedado
perenne en nuestros pensamientos, recordar al Señor Rafael, es como recordar
algo celestial, algo divino que no queremos que se haya esfumado. Su estilo
literario es otra cosa maravillosa, en cada escrito está plasmado su
pensamiento, ese pensamiento recto, sincero, humilde y bondadoso que solo él
podía darlo. Como Villanuevero como Guajiro y Colombiano me siento orgulloso al
repasar sus escritos, porque hallo entre estos piezas verdaderamente
magistrales, pero no me cabe duda que entre todas ellas, sobresalen su prosa
ágil, impecable, expresiva y su poesía que fue publicada en toda su
majestuosidad al haber llegado él a la cumbre de los ochenta años, porque la
"CABAÑA DE LAS MUSAS" lo dice todo: su colegio, su esposa, su madre,
sus hijos, Villanueva y la Guajira, los símbolos patrios y la amistad tan
sincera que siempre brindó.
Los honores que recibió por sus servicios el país son muchos (El Dr.
Carlos Lleras Restrepo lo condecoró siendo presidente de la República, por
haber cumplido 50 años de magisterio, también fue condecorado por la
Gobernación de La Guajira varias veces, por la Gobernación del Magdalena y del
Cesar) que lo hicieron día a día uno de los grandes hombre de esta tierra
promisora.
Es tanto el respeto a Don Rafael que en épocas anteriores, donde los
hombres en La Guajira arreglaban sus problemas en un duelo a muerte, ambas
familias buscaban al señor Rafael como conciliador y lo lograban e incluso los
reunía en su casa para hacer un brindis por la paz de ambas familias. Son
famosas la anécdotas de duelos entre Don Silvestre Lacouture y Don Luis Carlos
Lacouture (ambos fallecidos), de Don José María Daza y Don Alberto Olivares y
otros tantos que hubo en Villanueva.
Nos manifestaba el Doctor Rodrigo Dangond Lacouture "Que las
enseñanzas, los consejos y la vida tan ejemplar del señor Rafael, deben servir
de ejemplo a las nuevas juventudes, por una Guajira grande y una Villanueva
mejor".
Muy bueno