Por: Fabrina
Acosta Contreras. Esta columna
también podría llamarse “Mi consciencia no tiene precio” pero el
tema del sombrero me atrajo más, además de estar de moda por esta época el uso
de dicho accesorio.
Usaré como
introducción lo que alguna vez refirió un amigo político: “Los mandatarios tienen 3 años y medio para hacer su gestión, y depende
si fue mala en ese tiempo están huyendo o defendiéndose de escándalos y si fue
buena está cortando cintas”, y tiene
razón, porque a estas alturas se pueden ver gobernantes sorpresivamente
sensibles con temas que fueron “cenicientas” durante su gobierno, pero ahora
que hay ley de garantías y que están cerca a procesos de empalme y cierre, se
les da por buscar a personas que hemos trabajado de manera voluntaria y
comprometida por temas sociales como infancia y género para proponernos
desarrollar proyectos, esto puede tomarse como un insulto y un descaro aunque
sus mensajeros lo llamen “oportunidad de
ejecutar rubro”.
Parece que
ellos con su mentalidad corrupta consideran que todos los demás somos así, no
pretendo postular un criterio moralista sino exponer que cuando la esencia de
una persona es la honestidad sus actos siempre están identificados con dicho
valor. Así mismo, cuando la decisión es ser libre pensador/a no hay precio para
ello, sino un valor que corresponde a la libertad y la responsabilidad de hacer
análisis de manera argumentada y/o documentada.
“Del
ahogao el sombrero” significa entonces, la estrategia de
los que no han hecho la tarea prometida, aquellos que le apostaron más al
cemento o al “marketing político”, que
a la gestión social y que reciben la crítica diaria de quienes votaron con la
convicción de no ser decepcionados. Es lamentable que al leer los planes de
desarrollo se encuentren compromisos de construcción de políticas públicas,
observatorios o programas sociales que jamás se cumplieron, es más que
vergonzoso que ellos pretendan hacer en dos meses lo que no hicieron en 3 años
y medio.
Las
organizaciones sociales (independientes) desarrollamos iniciativas que
pretenden buscar respaldo con las entidades territoriales no por color político
sino por interés común de aportar al desarrollo, entendiendo la
corresponsabilidad que tenemos como ciudadanos/as; pero se termina trabajando
en alianza con entidades privadas o académicas, porque si no se pertenece al
grupo político de turno no se apoyan las buenas ideas, lo paradójico es que a
pocos meses de entregar cargos y cuando ya se ha tomado la decisión de no
trabajar ningún proyecto con un gobierno que no tiene voluntad política para
las ideas propuestas, lleguen diciendo que aunemos esfuerzos, ¿Por qué no lo hicieron cuando era el
tiempo?
En este
sentido, es penoso que los cargos públicos se conviertan en “gestiones pro
familia y pro amigos” que impiden el desarrollo de una real democracia; los
gobiernos son de la ciudadanía, no son empresas privadas, ni tiendas de barrio;
es hora de no esperar seis meses antes de terminar el cuatrenio para lanzar el
sombrero de salvación y salir corriendo a hacer propuestas sospechosas,
irrespetuosas y alejadas de toda posibilidad de ejecución (adecuada). Si bien
hay personas que pueden recibir dinero como trueque para silenciarse y hacer
parte del equipo de “aduladores” de la gestión que debió hacerse pero que no se
hizo, dejo públicamente dicho que no soy de esa línea y mis respuestas a dichas
propuestas siempre serán un contundente NO.
Aunque es muy
usada la frase “del ahogao el sombrero”,
es preciso aclararles a algunas personas que yo no hago parte ni del rio
revuelto, ni de la moda “presuntamente rejuvenecedora”
del uso del sombrero; así que seguiré interviniendo en emisoras, diarios y
foros con críticas argumentadas hacia las gestiones (no hacia personas)
procurando aportar siempre al bien común del territorio; dejando claro que
cuando un gobernante haga bien su trabajo, seré la primera en reconocerlo pero
no bajo pagos de opinión, sino como una sujeta pensante y transparente.
Ojalá que las
personas que serán elegidas para el cuatrenio 2016-2019 entiendan que es momento
de gobernar nuestra tierra y de hacerlo juntos sin excluir a quienes no estén
en campaña o en la rosca, pero que si tienen propuestas para aportar; para así retornar
a una real gobernabilidad donde la Guajira, Riohacha y los diferentes
municipios sean primero que los intereses particulares. Amanecerá y veremos, he
dicho.
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