Andy
Alexander Ibarra Ustariz (@andyIU). Algo de razón -quizá mucha- tiene César Betancur (@yopucheros) cuando jocosamente
invita a “descolombianizar a Venezuela y desvenezuelizar a Colombia”. Eso es lo
correcto para entender ambas realidades porque la verdad resulta muy difícil comprender que cuando lo
estudiantes universitarios de allá salen valientemente a las calles a protestar
y a buscar un mejor futuro, a los de éste lado de la frontera cuando marchan
con esa misma pretensión se les califica de rebeldes sin causa y perturbadores
de la tranquilidad ciudadana; ni hablar del sesgo a la censura frente a NTN24 y Canal
Capital, la cual fue rechazada dependiendo si se compartía o no la protesta social
sobre la que informaban.
No me parece muy
coherente enarbolar las banderas de la democracia para justificar un golpe de
Estado en Venezuela, porque finalmente es llegar al poder sin respaldo de votos
(sobre este particular creo que tal y como se viene haciendo la marcha pacífica
y continuada sí puede presionar una renuncia o, en su defecto, que el Presidente
se allane a solucionar los problemas que motivan la protesta). Por otro lado, mucho
menos lógicas resultan las críticas por las torpes decisiones económicas de un gobierno
que todo lo subsidia, mientras por otro lado se disfruta de las mieles de una
política cambiaria que dejaba buenos rendimientos económicos en el giro de
remesas, propiciando la “bonanza de las carpetas”.
Este inconexo despelote
discursivo, aquí y allá, hizo aparición cuando en lo mejor de su paroxismo
demagógico los señores Chávez y Uribe se hacían amenazantes llamados de no intervenir en
asuntos internos de cada país, mientras uno y otro se dedicaban a proponer las
formulas para tener un mejor país vecino; ni tampoco se puede olvidar que en
aquellos tiempos la reelección presidencial era vista por sus seguidores con
buenos o con malos ojos dependiendo del caudillo que pretendía atornillarse en
el poder.
Pasando al ámbito
interno, no tiene mucha consistencia argumentativa quien rechaza los diálogos
con la guerrilla pero justifica los diálogos que se tuvo con los paramilitares,
o viceversa; tampoco es coherente quien señala que para evitar impunidad en la negociación debe
tenerse en cuenta la opinión de la Corte Penal Internacional, pero al mismo
tiempo desconocen la decisión de la Corte Internacional de Justicia de la Haya
frente al litigio con Nicaragua. No es congruente quien pregona el respeto a la
institucionalidad del país dependiendo del órgano o la autoridad estatal que haya adoptado la decisión, bajo esta
lógica el Procurador pide respeto a sus decisiones pero no acata los fallos de la
Corte Constitucional. Pero el disparate mayor pasa por las lamentaciones diarias
sobre el funcionamiento y las angustias que se padecen con el mercantilizado
sistema de salud, sin embargo, los partidos o dirigentes políticos que proponen
con firmeza y sinceridad derogar el sistema de seguridad social en salud
diseñado por la ley 100 de 1993, no tienen opción de ser mayoría en el Congreso.
Por cuestión de
espacio no puedo continuar con los ejemplos, sin embargo, concluyo recordando el
reproche colérico a la multinacional ADIDAS por el diseño de la nueva camiseta
de la Selección Colombia, pero días después hizo aparición una fulgurante y patriotera
defensa de “lo nuestro” al enterarnos -y me incluyo- que un desconocido equipo
iraquí plagió la delineación de la indumentaria. Así somos, incoherentes hasta
la médula.
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