Por: Fabrina
Acosta Contreras (@FACOSTAC). Hoy acudo a las letras vivas que pretenden cautivar tu
atención y tus emociones, para lograr que me leas porque sé que la lectura no
es tu fuerte; debo confesar que te pareces tanto a mí, que en ocasiones me
abrumas y confundes.
Con tus estados volubles me recuerdas que algunas personas han huido de mí, por esa misma causa; a veces te invaden episodios “bipolares”
y solo te satisface pedir auxilio en 140 palabras en twitter o con un mensaje romántico por el
chat privado, pero sin aviso alguno te instalas nuevamente en tu mundo e
intentas mostrar una imagen que poco tiene que ver contigo, pues aunque
parezcas una persona insensible, tienes
un corazón que no es de piedra sino que metafóricamente podría definirse como
una galletita mojada en leche.
Eres tan
caribe como yo, amas la música, el deporte, la locura, las comidas pronunciadas
en castellano y que no pierdan el toque criollo, las tertulias con amigas divertidas y viajar
juntas para seguir acumulando anécdotas de hermandad que nos permiten tener un
lenguaje en clave al que pocas personas
tienen derecho de admisión.
Así fluye todo
lo que Dios une, peleamos con más
intensidad que con nuestros novios y nos reconciliamos incluso sin planearlo,
me has herido y yo a ti, y sé que hemos llegado a pensar (aunque no lo hemos
dicho) que nos alejaremos para siempre, creamos una película que solo existe en
nuestra mente y generalmente pasamos de villanas a protagonistas enamoradas,
entonces, buscamos madrinas o padrinos para que sean conciliadores, o nos
inventamos un saludo desprevenido por chat o una llamada inesperada y la
hermandad revive; así de chiflada es una relación entre dos amigas que se
parecen tanto, dos intensas, sensibles, pechichonas y que juegan a parecer las
más “anticursis”, tal vez, con la intensión de evitar el dolor de alma, al que personalmente le tengo
mis respetos porque no es de fácil curación, pues ni el ibuprofeno lo calma.
Esta carta
puede parecer extraña, especialmente en un
mundo donde nos da pena amar y nos enorgullece pelear, donde hacer el
amor se vuelve pecado, abrazar a veces se olvida, las miradas están pasando de
moda y las amistades se viven más desde el chat que personalmente; las cartas
en este mundo agitado quedaron como los copetes de Alf, pasados de moda y
sirviendo de chistes entre amigos que guardan algunas de esas escritas en la
infancia; ya pocas personas escriben cartas o dan regalos creativos, porque
todo está hecho y así de facilista es el comercio.
Pero hoy como
en varias situaciones de mi vida, no me importa si me burlan o si piensan que
soy la más cursi; simplemente diré que
me enamora ser tu amiga, soñar con que seas la madrina de mi futura hija, reírme
imaginándote llorar en mi matrimonio o suplicándome que no me olvide de ti,
cuando mi día trascurra entre ser la mejor esposa, mamá y profesional.
Yo soy tu
amiga porque no me como el cuento de que seas una insensible, cínica y
egocéntrica como te encanta parecer; porque te conozco en los días donde no te
soportas ni a ti y te vuelves consentida; porque sabes ser leal, te entregas con
la fuerza del amor y demuestras que se puede contar contigo aunque ni por
equivocación te permitas decirlo.
Comprendo de
ti lo mucho que te pareces y no pareces a mí, admití tu presencia en mi vida
porque fuiste un regalo de Dios, no planeamos conocernos, nadie nos presentó,
solo fuimos como dices tú, una mutua bendición; hoy escribo con el amor que nos
une, aunque duela el corazón por tus episodios groseros, sabes que no tengo
ningún impedimento en aceptar públicamente que soy una galletica mojada en
leche que aparenta en ocasiones ser una (dura) panela inmune al agua.
Y tomo la
curva final de estas letras con la certeza de que no tengo que mencionarte para
que sepas que esta carta es para ti, porque aunque muchas cosas jueguen a
hacernos antónimas hay infinitas locuras que nos unen, solo te recuerdo que
aunque a las amigas no se pierdan, pues nunca nos bajamos de la ruta compartida
aún en los peores momentos de la vida, eso no implica que puedas exageradamente
lastimarlas; porque una amiga (real) está lealmente y no como un episodio
eufórico - de fans enamorados - que pasa de moda con los años.
Soy de ti como
tú de mí, pero por favor cuida de tus amigas como si fuera no el último, sino
el único día que tienes para amarlas, porque recuerda que el amor de hermandad
es a veces más complicado que el amor erótico, maternal o familiar y sabes ¿Por
qué? Sencillo, porque las amigas tenemos un poco de intensidad materna, celos
de novio y exigencia familiar, es decir, somos la combinación perfecta entre
todas las clases de amor.
P.D:
Recuerda la gran responsabilidad que implica decir “nunca” o “siempre” y el
riesgo que significa tomar decisiones en momentos de euforia.
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