Se aproximan las elecciones, para ponerlas más a tono con nuestra idiosincrasia diré que se aproximan las elecciones, la denominada “parranda democrática”. Este fin de semana se cumple una nueva cita del pueblo con las urnas, el motivo es la elección de los honorables parlamentarios, ellos, tristemente celebres por ser históricamente señalados de clientelistas, corruptos y desalmados, ellos, la clase política con menos credibilidad independiente de su buena o mala labor en el congreso, ellos, a quienes mirados en conjunto son los que más imagen desfavorable tienen en el país, en fin, elegiremos a quienes de forma romántica llaman los “padres de la patria”.
Un riesgo latente –además del riesgo del orden público- es el fraude electoral. La simple compra de votos llamada “voto empeñado” es la modalidad más inocente y menos segura para desnaturalizar el proceso electoral porque finalmente el votante en la soledad de su cubículo -en un único instante sin presión- tiene la opción de elegir a quien le dé su gana independiente de la dádiva recibida. Tan libre y secreto es el voto que, incluso, se busca que no se haga uso de celulares o cámaras (“usar” es diferente a “portar”) pues a través de imágenes puede demostrarse por quién se votó para recibir el pago posterior.
La idea más audaz e irreverente frente al tema del fraude electoral fue adoptada por el Zar anticorrupción, Oscar Ortiz, quien publicó el “Manual de Tramparencia Electoral”, no se preocupe, no quedó mal escrito ni tampoco leyó mal, es “tramparencia” y no transparencia, en este manual se hace una descripción de las más usuales prácticas fraudulentas en las jornadas electorales y de ellas no escapan candidatos, electores, registradores ni jurados de votación, estos últimos quienes en muchas de esas maniobras participan activamente o son tan absolutamente negligentes frente al cumplimiento de sus deberes que terminan siendo idiotas útiles.
A manera de ilustración tenemos prácticas donde el elector es tramposo y los jurados deben estar atentos, por ejemplo, “La caleta” donde un mal ciudadano en la privacidad de su cubículo oculta un tarjetón con las firmas del jurado depositando en la urna un tarjetón en blanco, el tarjetón válido es llevado a la calle y comienza el carrusel, cada nuevo votante en esa misma mesa llevará el tarjetón pre-marcado con un candidato y se obliga a traer el que entregan los jurados, esa misma operación puede extenderse a todas las mesas (Al principio de la operación se pierde un voto pero después se ganan muchos), frente a esta modalidad con el fin de respetar la privacidad del elector los jurados deben SIEMPRE verificar sus firmas en el tarjetón antes de que el votante lo deposite en la urna. “Naipe de cédulas”, el votante se acerca con cédulas falsas, cédulas de otras personas, cédulas de personas muertas o menores con cédula de adultos, no está de más que ocasionalmente se pregunte de memoria el nombre completo, número de cédula, fecha de nacimiento, tipo de sangre, etc, o se verifique cuidadosamente el documento de identidad.
Pero hay otras donde definitivamente jurados y miembros de la Registraduría se amangualan para hacer la fullería, por ejemplo, “urna cargada” los jurados previamente al inicio de la jornada depositan varios tarjetones marcados en la urna con lo cual garantizan un mínimo de votos al final de la jornada, el sobrante al momento del conteo se destruye; “el renacuajo paseador” con la complicidad de los jurados un personaje se pasea por todas las mesas votando sin que se le exija cédula, dada la alta abstención electoral esos votos sobrantes al final de la jornada se carga a algún inscrito que no pudo o no quiso votar (de allí la importancia de ir a votar así sea en blanco); “ups…fue sin culpa”, en esta modalidad de fraude jurados inescrupulosos al extraer los tarjetones con bolígrafo en mano hacen una sutil raya sobre el tarjetón marcado a favor del contrincante y anulan un voto inicialmente válido, o estampan la “x” en los tarjetones no marcados y depositados a favor del candidato predilecto; “llegó tarde” con un cómplice en la Registraduría se extraen cédulas no reclamadas por sus titulares, se depositan los votos, y luego se regresan las cédulas a las Registraduría, de allí la importancia de que los ciudadanos reclamen las cédulas en tiempo.
Por supuesto este humilde columnista no busca estimular los bajos instintos de los pícaros, ni avivar la imaginación de las mentes pervertidas ni mucho menos corromper a los honestos, antes por el contrario, igual que el objetivo del Manual publicado, este escrito busca que se conozcan el mayor número de modalidades de fraude para que en un acto de madurez política y social durante el fragor de la parranda democrática le “demos dedo” –no entiendan mal -, para que señalemos y denunciemos ante las autoridades a los que con la trampa distorsionan la voluntad popular, como es nuestro deber ciudadano. (Ver y descargar completo el “Manual de Tramparencia Electoral" FORMATO PDF”).
Villanueveramente,
Andy Alexander Ibarra Ustariz
Gestor Villanueva mi@
Un riesgo latente –además del riesgo del orden público- es el fraude electoral. La simple compra de votos llamada “voto empeñado” es la modalidad más inocente y menos segura para desnaturalizar el proceso electoral porque finalmente el votante en la soledad de su cubículo -en un único instante sin presión- tiene la opción de elegir a quien le dé su gana independiente de la dádiva recibida. Tan libre y secreto es el voto que, incluso, se busca que no se haga uso de celulares o cámaras (“usar” es diferente a “portar”) pues a través de imágenes puede demostrarse por quién se votó para recibir el pago posterior.
La idea más audaz e irreverente frente al tema del fraude electoral fue adoptada por el Zar anticorrupción, Oscar Ortiz, quien publicó el “Manual de Tramparencia Electoral”, no se preocupe, no quedó mal escrito ni tampoco leyó mal, es “tramparencia” y no transparencia, en este manual se hace una descripción de las más usuales prácticas fraudulentas en las jornadas electorales y de ellas no escapan candidatos, electores, registradores ni jurados de votación, estos últimos quienes en muchas de esas maniobras participan activamente o son tan absolutamente negligentes frente al cumplimiento de sus deberes que terminan siendo idiotas útiles.
A manera de ilustración tenemos prácticas donde el elector es tramposo y los jurados deben estar atentos, por ejemplo, “La caleta” donde un mal ciudadano en la privacidad de su cubículo oculta un tarjetón con las firmas del jurado depositando en la urna un tarjetón en blanco, el tarjetón válido es llevado a la calle y comienza el carrusel, cada nuevo votante en esa misma mesa llevará el tarjetón pre-marcado con un candidato y se obliga a traer el que entregan los jurados, esa misma operación puede extenderse a todas las mesas (Al principio de la operación se pierde un voto pero después se ganan muchos), frente a esta modalidad con el fin de respetar la privacidad del elector los jurados deben SIEMPRE verificar sus firmas en el tarjetón antes de que el votante lo deposite en la urna. “Naipe de cédulas”, el votante se acerca con cédulas falsas, cédulas de otras personas, cédulas de personas muertas o menores con cédula de adultos, no está de más que ocasionalmente se pregunte de memoria el nombre completo, número de cédula, fecha de nacimiento, tipo de sangre, etc, o se verifique cuidadosamente el documento de identidad.
Pero hay otras donde definitivamente jurados y miembros de la Registraduría se amangualan para hacer la fullería, por ejemplo, “urna cargada” los jurados previamente al inicio de la jornada depositan varios tarjetones marcados en la urna con lo cual garantizan un mínimo de votos al final de la jornada, el sobrante al momento del conteo se destruye; “el renacuajo paseador” con la complicidad de los jurados un personaje se pasea por todas las mesas votando sin que se le exija cédula, dada la alta abstención electoral esos votos sobrantes al final de la jornada se carga a algún inscrito que no pudo o no quiso votar (de allí la importancia de ir a votar así sea en blanco); “ups…fue sin culpa”, en esta modalidad de fraude jurados inescrupulosos al extraer los tarjetones con bolígrafo en mano hacen una sutil raya sobre el tarjetón marcado a favor del contrincante y anulan un voto inicialmente válido, o estampan la “x” en los tarjetones no marcados y depositados a favor del candidato predilecto; “llegó tarde” con un cómplice en la Registraduría se extraen cédulas no reclamadas por sus titulares, se depositan los votos, y luego se regresan las cédulas a las Registraduría, de allí la importancia de que los ciudadanos reclamen las cédulas en tiempo.
Por supuesto este humilde columnista no busca estimular los bajos instintos de los pícaros, ni avivar la imaginación de las mentes pervertidas ni mucho menos corromper a los honestos, antes por el contrario, igual que el objetivo del Manual publicado, este escrito busca que se conozcan el mayor número de modalidades de fraude para que en un acto de madurez política y social durante el fragor de la parranda democrática le “demos dedo” –no entiendan mal -, para que señalemos y denunciemos ante las autoridades a los que con la trampa distorsionan la voluntad popular, como es nuestro deber ciudadano. (Ver y descargar completo el “Manual de Tramparencia Electoral" FORMATO PDF”).
Villanueveramente,
Andy Alexander Ibarra Ustariz
Gestor Villanueva mi@
Este 14 de marzo, lo que espero que los comicios electorales transcurran o se desarrollen en Paz y tranquilidad, por esta es una fecha crucial para país, La Guajira y especialmente para Villanueva; por que es donde es escogen a nuestros congresistas y representante. Este día debemos hacer valer ese derecho constitucional como es el voto, escogiendo a nuestros representantes y congresista a conciencia y pensando en el beneficio colectivo o de la región; y a todos aquellos que salgan elegidos que todos los días se acuerden de sus promesas.