Por: Fabrina Acosta Contreras. Es
natural que a pesar de vivir lejos de Villanueva que es la tierra de mis
ancestros y por ende mi verdadera raíz, me conmueva todo cuanto tenga que ver
con ella, lo hermoso, lo sorpresivo, lo folclórico, lo pacifico o lo violento. Siento a Villanueva en mi corazón, ese pueblo
inspirador al que siempre anhelo retornar, por estos días me enteré a través de
las redes sociales de las amenazas que recibieron los concejales y concejalas
de ese municipio; debo confesar que lo primero que pasó por mi mente fue pedir
a Dios que por ninguna circunstancia permitiera algo tan doloroso como aquella
matanza de un lluvioso siete de Diciembre, pues son situaciones que atraviesan
el alma dejando heridas profundas no solo en las familias de las víctimas sino
también en todo el pueblo.
Desde mis letras y con la mayor
humildad pido al cielo que los mensajes que recibieron los concejales se queden
en amenazas y que en Villanueva no irrumpa la violencia, es un pueblo que
merece vivir la democracia, conciliar las diferencias, respetar la diversidad y
armonizar con universos de criterios; pues eso significa sociedad, ser una
dinámica heterogénea donde la búsqueda de uniformidad de pensamientos es el
punto de partida del conflicto.
Hoy escribo desde mi amor profundo por
la tierra del Cerro Pintao, ¿Cómo no
amar esa tierra? Donde han nacido grandes poetas, músicos, matronas, artistas y
hombres valientes, no se pueden dejar empañar las riquezas culturales e
intangibles, por acciones violentas que solo logran desestabilizar a un pueblo
que tiene toda la estructura para ser territorio de paz, no en vano aquellos y
aquellas que vivimos en ciudades agitadas y estresantes anhelemos retornar a
sus calles y deleitarnos con el olor a café de madrugada, gozarnos un buen
vallenato en guitarra, estremecernos con el cántico de los gallos que anuncian
las nuevas mañanitas de invierno o reencontrarnos con las escasas calles que
aún quedan adornadas con piedras teñidas de un particular color rojizo.
Mi consejo con la fuerza femenina que
se traduce en útero dador de la vida, es que no permitamos que a Villanueva
retornen aquellas épocas de adversidades donde la inseguridad impida vivir y se
silencien las sonoras carcajadas por gemidos de llanto, es hora de permitirnos
vivir en armonía siendo conscientes de nuestras diferencias. Sueño que los
sepelios que se den en el suelo villanuevero no sean por asesinatos y balas de
odio, sino por vejez y llamado de Dios, porque la vida nos fue dada y no
tenemos derecho a quitarla.
Viva la Villanueva que siempre tiene
tirapiedras de sonrisas y relatos de buenas historias con la sabrosura del habladito “cantao” de la gente del sur
de mi amada Guajira, vivan las reuniones familiares con buena comida, sancochos
de gallina, plátano amarillo asado con queso, malanga cocida con una buena
carne en bistec, y festivales de cunas de acordeones que hacen que todos los
caminos conduzcan a esa tierra poseída por la poesía y la creatividad.
Un consejo no le hagan daño al
concejo, la política debe ser el escenario para gestionar desarrollo para nuestro
pueblo no la ruta del declive y la involución.
Viva Villanueva tierra de Paz!
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