Zobeida Acosta Contreras: 6 años de ausencia

31/8/15


Por: Fabrina Acosta Contreras. Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”. Carlos Fuentes

En muchas ocasiones he brindado mis letras en homenaje a mujeres y hombres que  escribieron durante su paso por la vida, grandes historias, siempre me conmueve que las personas guerreras partan con la rapidez de una muerte que les llega con la urgencia de la envidia, como queriéndoseles llevar para disfrutar de ellos y dejarnos con el corazón arrugado de tanto dolor.

El 1 de Septiembre del año 2009, mi familia y yo vivimos la profunda tristeza de saber que mi hermana Zobeida había muerto, así de repente con un cuadro clínico severo de menos de 72 horas, la mujer con la que había hablado horas antes y me había expresado como nunca que me amaba y me motivaba a seguir con mis proyectos, estaba sostenida a la vida por unos aparatos y como lo decían los médicos intensivistas, a un milagro divino, ya nada humano podría cambiar el letal diagnostico.

Hablo de mi hermana porque fue una guerrera, una mujer con la fuerza Guajira encendida como esos soles del desierto en Nazaret (alta guajira), vivía con la intensidad que penetra un nordeste en Riohacha, al que no tocas, ni puedes ver, pero no escapas de él y te atrapa por completo.

Zobeida fue una mujer cautivadora, creativa y alegre, nunca pasaba desapercibida; amante de los niños, entregada por completo a su esposo, hijos y nietos, vivía con la inocencia activada, adulta cronológica pero siempre fue niña de corazón, generosa y complaciente, lo que apaciguaba su fuerte carácter, porque sus “nojodasos” retumbaban cuando los apellidos se le alborotaban, no fue perfecta pero gustaba tanto que hasta sus imperfecciones eran jocosas.

No quiero parecer una seudo-halagadora que exagera cualidades a las personas cuando han fallecido, estoy segura que los amigos y amigas o familiares que lean estas letras estarán de acuerdo con lo que expongo y puedo correr el riesgo que me acusen de haber sido poco generosa con la descripción de mi hermana.

Zobeida fue una mujer sin receta protagonista de historias particulares, sostuvo y disfrutó por más de 30 años un matrimonio feliz, murió aun enamorada y correspondida, tenía más de 200 ahijados (de bautizo, matrimonio, confirmación) por eso era natural escuchar a hombres con apariencia ruda convertidos en sutiles ahijados que se acercaban a ella para recibir el mejor consejo o la bendición, en su barrio lideraba actividades, era sensible con los niños y las niñas, por eso conmemoraba cada fecha para que ellos disfrutaran mediante juegos o fiestas infantiles.

Ahora me convenzo que ella en su afán de evitar el dolor de la muerte de sus seres queridos, negoció con Dios para morir de primero, en los últimos meses hablaba de la muerte con la seguridad que esta dama imponente vendría por ella, se despidió de todos aunque fue solo después del 1 de Septiembre/09 que lo entendimos; Zobe en muchas ocasiones aplazó su propia tranquilidad por otorgársela a los demás, no aprendió a limitar su generosidad, como matrona guajira emprendía sus defensa por el linaje y asumía el liderazgo en situaciones difíciles; su esposo en la actualidad afirma que “cuando ella murió parece que a él, le hubieran cortado las manos y la fuerza para luchar” ellos eran un equipo pero quien tenía el timón era mi hermana, enalteciendo la esencia matrilineal de las mujeres Guajiras.

Zobeida son 6 años de ausencia física, porque aun en los sueños nos hablas, las lagrimas visitan mi rostro en aquellos días donde con solo tu voz me salvaría de esa melancolía abrumadora que se instala en mi corazón.

Que el cielo se estremezca con tus ocurrencias, bromas y jocosos diálogos, porque desde esta vida terrenal que aun habitamos, sabemos que la ausencia te tornará siempre presente.


Te amo hermana mía, como duelen los 1 de Septiembre.

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