Por: Fabrina Acosta Contreras - Columnista Villanueva mi@. “A mi maestro cuya ausencia, lo torna siempre presente”
Han pasado cuatro años y recuerdo al
gran maestro y amigo Wilson Ustariz, no es casualidad que su respirar haya
cambiado de ritmo un día del Educador, la noticia de su muerte causó profundo dolor; recuerdo
que dicha noticia hizo que perdiera la
fuerza de mis piernas y quedara sentada en la silla más cercana, minutos
después en compañía de mi familia salí con la esperanza que fuese otro chisme
de pueblo sin argumento alguno pero lamentablemente era cierto, el gran Wicho
Ustariz el eterno enamorado de la academia, había fallecido.
Hoy dedico estas letras, a quien es
imposible olvidar, fue el maestro una persona cautivadora, de amplio léxico y
reconocible nivel cultural, el hijo natal de Villanueva y adoptivo de Riohacha; lo conocí al interior de
su familia con su rol de esposo amador y de padre ejemplar, también como el
amigo alegre y el hombre gentil que hasta al más desconocido saludaba.
Wilson Ustariz hombre del buen
discurso, hoy seguro estará pasando las mañanas con Emilianito Zuleta y
Escalona; tardeando con Gaitán o Galán
en sus mágicas tertulias con acento Villanuevero que se convertían en sí mismos
en diálogos armoniosos con natural musicalidad, de repente sorprenderá a la
cacica Consuelo Araujo con un buen canto vallenato y en su
caballerosidad la hará sentir orgullosa de ser mujer, pero no dudo que escapará a algún lugar silencioso a leer un
gran libro y a producir conocimiento.
Wilson Ustariz vivió cada día con la
originalidad de alguien especial, declaré mi admiración por el en cada escrito,
charla o encuentro casual, no ahorré un minuto para expresárselo, pero jamás
pensé que no tuviera el tiempo suficiente para celebrar con el algunos logros
de los cuales, hizo parte por sus permanentes palabras de motivación y
confianza.
A la fecha he lanzado dos libros, he
creado una asociación por la No violencia y he logrado algunas de las predicciones
que hacías cuando caminábamos por las madrugadas en Riohacha; aunque no le he podido
ver en esos grandes momentos siempre siento su presencia, especialmente cuando me
encuentro con su esposa, hijas, sobrinos y amigos, ahí lo siento porque son
seres humanos invadidos de amor como el.
Hoy recuerdo el día que (sin
sospecharlo) el maestro se despidió de mí cuando le entregué mi tarjeta de
grado de maestría frente a su esposa Fenys Guerra; y me dijo entre su cautivadora sonrisa “ ya tu no pegai en Bogotá, tu tenei es que
venirte para tu Riohacha, porque ya los viejos nos vamos muriendo y tienen que
venir jóvenes con la energía que tienes tu”; jamás imaginé que exactamente
ocho días después partiría al viaje sin retorno.
Por eso, cuando se cumple otro año de
su partida, estoy segura que llora el
Cerro Pintao en Villanueva, y aún siente el vacío el Alma Mater, a la cual, le entregó los mejores años y le heredó su mejor
legado.
Entre el 14 de Octubre de 1947 y el 15
de Mayo de 2011, el maestro escribió admirablemente su historia con la entrega
de alguien que tiene claro lo efímero de la existencia, aprendió a ser sutil
con lo dulce y fuerte con esos momentos adversos donde corresponde sacar la
gallardía de un guerrero de la luz, como lo fuiste él.
Wilson Amante y Amado, maestro,
folklorista, hermano, padre, amigo, político, investigador, te regalo estas
letras que son mi más grande tesoro, recuerdo nuestras tertulias donde en medio
de la ternura que entregabas a mi ser, aprendía lo necesario de ti para ser
mejor persona, gracias mil gracias por permitirme compartir la más hermosa
amistad.
Wilson Ustariz: Amante y Amado, Grande
de Grandes, maestro de maestros: Hoy te regalo lo merecido por ti, la
certeza de un imposible olvido, MAESTRO DE MAESTROS, Orgullo Villanuevero, que
el cielo se estremezca en este día donde sorprendida hago consciencia de lo
difícil que ha sido para todos y todas tu partida, pero convencida que esa
misma ausencia te tornará siempre presente.
0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!:
Publicar un comentario