
El amor de Cristo nos obliga a que estemos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos moriremos, y el murió por todos para que los que vivan ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado. Este amor fue derramado sobre nosotros por el espíritu santo de DIOS.
Por consiguiente el bautismo en agua es visto como la respuesta al testimonio humano, funciona como el cumplimiento de nuestros actos de arrepentimiento y fe, es un simbolismo de la acción divina para guardar los sacramentos. Todos los pentecostales consideran el bautismo como una parte integral para convertirse en cristiano. Otras declaraciones de religiones importantes considera el bautismo más como un testimonio para una identificación personal con Cristo. Consideremos lo siguiente: los cuatro evangelios anuncian la importancia de la llegada del mesías, y en ninguna parte del antiguo testamento se prevé al mesías como el agente de la importación o el derramamiento de espíritu santo.
En conclusión cuando un pentecostal cae de rodillas para hablar en lenguas en sumisión a DIOS, y a la voluntad de DIOS para su vida, su acción inicial de fe por medio de confesión y el bautismo puede ser vista retrospectivamente a la luz de esa experiencia como un servicio de ordenamiento como “ministro bautizado” para DIOS. De la misma manera, la inclinación cristiana debería ser interpretada en las iglesias de manera que se cultive una expectativa de las experiencias conscientes de espíritu santo en poder. De toda manera hay hechos fundamentales convincentes y creativos para la opinión de nuestros lectores y que cada uno en su corazón DIOS sea el que diga la palabra final.
Jorge Mario López Núñez
Columnista Villanueva mi@
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