Andy Alexander Ibarra Ustariz
(@andyIU). En Colombia se tienen
plenamente identificada dos caminos como presupuestos para conseguir la paz: la
vía negociada donde se hacen concesiones entra las partes, es decir, la
terminación del conflicto como consecuencia del diálogo y la concertación; y la vía bélica donde se espera la victoria de
quien tenga más capacidad de disuasión o aniquilamiento, es decir, como consecuencia
de un acto de autoridad. En esta disyuntiva casi maniquea (del bien y del mal)
se discute la agenda nacional sobre la paz.
Los partidarios de la vía negociada son calificados
de ilusos que sueñan ver a la cúpula de los grupos armados enarbolar una
bandera blanca en símbolo de paz; apátridas que se adhieren al proyecto
político populista liderado por Chávez en latinoamérica; románticos apaciguadores
por consentir el fortalecimiento armamentista de esos grupos y el enriquecimiento
de los agentes del mercado negro mundial de las armas; arrodillados a esa
izquierda terrorista que se financia con el narcotráfico, gran responsable del
desplazamiento forzado de campesinos, secuestros y asesinatos.
De otro lado, los partidarios de la vía bélica son
calificados de ilusos que sueñan con ver el último gran guerrillero abatido y los
otros muertos de miedo entregando sus armas; apátridas que se adhieren al
proyecto político inveterado ideado por norteamérica he impuesto en latinoamérica;
románticos guerreristas por consentir el enriquecimiento de la industria
internacional de las armas sacrificando la inversión social; arrodillados de la
derecha terrorista que se financia con el narcotráfico, gran responsable del
desplazamiento forzado de campesinos, secuestros y asesinatos.
Lo anterior no fue un juego de
palabras, es claro que ante los hechos macabros rechazamos lo mismo, pero los
métodos de quienes quieren conservar o acceder al poder se parecen: mientras
unos hacen show con la liberación de los militares secuestrados, otros hacen
show exhibiendo fotografías de militares muertos. Ni lo uno ni lo otro está
bien. En estos momentos definitivos de guerra y paz es necesario que los
ciudadanos escuchemos la voz de nuestra conciencia, razón tiene Juan Pablo Ruiz
Soto (EL Espectador 13/02/2013) cuando opina: “Lograr la paz o hacer la guerra
tiene costos, debemos ser conscientes y aceptarlos o rechazarlos”.
Así hoy no considere votar por ellos, valoro el esfuerzo de quienes usando la palabra
buscan ponerle fin al conflicto armado acatando
el derecho-deber previsto en el artículo 22 de la carta magna, no
debemos caer en el facilismo de creer que las negociaciones -como en las
elecciones- es un escenario para hacer triunfar un pensamiento ideológico sobre
otro, vale la pena concertar unos postulados
mínimos, así toque hacerlo en medio del cruce de balas y entre lágrimas; en
efecto, eso no es lo ideal, pero al fin y al cabo las mismas balas y las mismas
lágrimas nos esperan si adoptamos la vía bélica como la mejor alternativa.
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