El país “cachaco” y el país guajiro

Hernán Baquero Bracho - Columnista Villanueva mi@. La Guajira y Colombia son tan diferentes en todo: raza, cultura, costumbres, dialecto, geografía, comportamiento y pare de contar. En las últimas dos décadas del siglo XIX, La Guajira y Panamá eran los dos grandes problemas que tenía Colombia en su institucionalidad. Panamá optó por independizarse de nuestro país, como en efecto ocurrió en el año 1903 y La Guajira optó por sumirse en la clandestinidad y a la fecha no ha cambiado esta posición. Aseveraciones anteriores que se encuentran plasmadas en la investigación que hiciera René De La Pedraja y que muchos historiadores de la península la conocen como la palma de su mano.

Como la historia siempre se repite, La Guajira en pleno siglo XXI continua siendo el gran problema para Colombia. Los hechos así lo demuestran y los medios de comunicación nacionales se han encargado de colocar el dedo en la llaga de lo que los guajiros y La Guajira misma se convierten en un gran peligro para esa patria que mancillada se levanta como el ave fénix pero dándole rejo a la parte más débil de esta nación, donde la doble moral es la métrica de todos los colombianos. En el siglo XIX existieron muchos pensadores y azotadores que siempre esgrimían a La Guajira y Panamá como los males seculares que estaban enquistados en nuestro país. Hoy los azotadores de este milenio son los Pirry, Los Guillen, Las Claudia López, entre otros, que no desaprovechan cualquier oportunidad para enrostrarnos nuestras falencias  y nuestros errores. Pero, ¿será que esa Colombia del país andino, de los lanudos de marras es transparente y allí la justicia no cojea y antes por el contrario es eficiente y eficaz? ¿será que en esa Colombia no se cometen errores en la administración pública, no se generan daños ambientales y el contrabando es desconocido para todos ellos? ¿será que en esa Colombia, la ética y la moral son los principios básicos de esos buenos comunicadores? Son preguntas obligadas que los guajiros debemos hacernos sobre la forma y el modo en que el país “cachaco” trata siempre de deslegitimizar a los guajiros, en tantas cuartillas y en tantos trinos que pareciera que ellos los “cachacos” fueran los propios evangelizadores de la moral pública y privada de todos nosotros.

Si hoy hiciéramos una gran encuesta de la manera como percibimos a Colombia en nuestro territorio, de seguro más del 50% de los guajiros desaprobaríamos la forma en que el país “cachaco” evalúa al país guajiro. El descontento es tal que varios columnistas de opinión, que recogen las observaciones del guajiro del común, están de acuerdo que el país guajiro debe independizarse del país “cachaco”. La manera impía  y desobligante y el rezago social y presupuestal en que siempre Colombia ha tenido a La Guajira, indican y ha ido en aumento ese descontento y esa manera como el gobierno nacional nos ha tratado siempre: como ciudadanos de tercera.

Ahora con el raponazo que el país “cachaco” nos asestó al país guajiro  con las regalías, se nota más la pobreza y el decrecimiento económico en que ha entrado nuestro territorio y hoy volvimos a pasa  a ser la cenicienta de la economía colombiana. Con ese tratamiento de tercera que siempre nos han dado, todo se ve reflejado en el nuevo Plan de Desarrollo Nacional, donde obras de gran envergadura  no se podrán hacer y la represa del Ranchería, se quedará como un elefante blanco y fue solo un contentillo que nos dio el país “cachaco” donde más de 65 mil millones de pesos de nuestras regalías, también se encuentran allí enterradas en esa gran laguna, porque no es más, una gran laguna donde el gobierno nacional de manera terca y obtusa no la quiere volver viable y realizable para las ingentes necesidades de que adolece el departamento de la Guajira o el país guajiro que tanto añoramos que se dé, porque es el único camino para salir de la clandestinidad en que siempre nos metió el país “cachaco”.