Por:
Fabrina Acosta Contreras. Lo que pensamos de la muerte sólo
tiene importancia, por lo que la muerte nos hace pensar de la
vida. Charles de Gaulle
Siempre me
conmueve que las personas guerreras partan con la muerte que les llega (combinada)
con la urgencia de la envidia, como pretendiendo llevárselas para disfrutar de
ellos y dejarnos con el corazón arrugado de tanto dolor.
El 1 de
Septiembre del año 2009, mi familia y yo vivimos la profunda tristeza de saber
que mi hermana Zobeida había muerto; así de repente con un cuadro clínico
severo de menos de 72 horas, la mujer con la que había hablado horas antes, me
había expresado como nunca que me amaba y me motivaba a seguir con mis
proyectos, estaba sostenida a la vida por unos aparatos y como lo decían los
médicos intensivistas, a un milagro divino, ya nada humano podría cambiar el
letal diagnostico.
Hablaré de mi
hermana porque fue una guerrera, una mujer con la fuerza Guajira encendida como
esos soles del desierto en Nazaret, vivía con la intensidad que penetra un
nordeste en Riohacha, al que no tocas, ni puedes ver pero no escapas de él y te
atrapa por completo.
Zobeida fue una
mujer cautivadora, creativa y alegre por ello no pasaba desapercibida, amante
de los niños, entregada por completo a su esposo, hijos y nietos, vivía con la
inocencia activada a pesar de ser cronológicamente adulta; era generosa y
complaciente, no fue perfecta pero cautivaba tanto que hasta sus imperfecciones
la enlazaban con el mundo.
No quiero
parecer una aduladora exagerada porque mi hermana falleció, estoy segura que
las personas que la conocieron estarán de acuerdo con lo que expongo y puedo
correr el riesgo que me acusen de haber sido poco generosa con la descripción
de su perfil.
Zobeida fue
una mujer protagonista de historias particulares; disfrutó por más de 30 años
un matrimonio feliz y murió aun enamorada, tenía más de 200 ahijados (de bautizo,
matrimonio, confirmación), con una sensibilidad universal y sin duda Zobe en
muchas ocasiones aplazó su propia tranquilidad por otorgársela a los demás, pues
nunca limitó su generosidad.
No ha sido
fácil aceptar su ausencia, pero con el paso del tiempo me he convencido que
ella en su afán de evitar el dolor por la muerte de sus seres queridos, negoció
con Dios para morir de primero, ahora comprendo porque hablaba de la muerte con
la seguridad que esta dama imponente vendría por ella, se despidió de todos
aunque fue solo después del 1 de Septiembre/09 que lo entendimos.
Zobeida que el cielo se estremezca con tus
ocurrencias y jocosos diálogos, porque desde esta vida terrenal que aun
habitamos, sabemos que la ausencia te tornará siempre presente. Te amo hermana
mía, como duelen los 1 de Septiembre y cada momento en el que te busco y no te
puedo ver.
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