Andy A. Ibarra Ustariz Columnista |
Andy Alexander Ibarra Ustariz (@andyIU). El inciso
primero del artículo 355 de la Constitución política prevé que ninguna de las ramas u órganos del
poder público podrá decretar auxilios o donaciones en favor de personas
naturales o jurídicas de derecho privado. En términos burdos, podría decirse
que esta es la regla general que encuentra excepciones en su mismo cuerpo
normativo, pues la misma Constitución prevé figuras autónomas que permite esos
auxilios o subvenciones a la población como, por ejemplo, los artículos 43, 46,
48, 50, 51, 52, 54, 69, 71, entre muchas otras normas identificadas por la
Corte Constitucional en sentencia C-324 de 2009.
No es fácil agarrarle el ritmo al
baile de los subsidios, es decir, en un momento concreto no es fácil determinar
si el reconocimiento de los mismos simplemente se
trata de un medio populista con finalidades electorales, si por el contrario
buscan materializar el principio de solidaridad redistribuyendo la riqueza para
reducir niveles de pobreza, o atiende a un criterio para estimular o proteger
los consumidores y productores en ejercicio de las facultades estatales de
intervención en la economía (subsidios a la demanda y subsidios a la oferta).
El paro cafetero busca que el gobierno
aumente el subsidio para compensar la caída del precio del café, en este
escenario observé como un episodio casi anecdótico la forma como un sector político
salió a respaldar la idea de aumentar subsidios sin ruborizarse por dejar en
evidencia la contradicción que significaba haber hecho ataques al talante
asistencialista del gobierno bolivariano en Venezuela liderado por el extinto
Hugo Chávez, las críticas a los subsidios anunciados por Gustavo Petro en
Bogotá a favor de los estudiantes en Transmilenio y para el servicio de agua
potable para los estratos 1 y 2, o las observaciones hechas al programa de las
100.000 viviendas gratis del gobierno Santos, incluso, invocando con argucia el
mismo artículo 355 de la carta magna, como lo hizo Fernando Londoño en una de
sus columnas (El Tiempo - 02/05/2012).
Sobre el tema de los subsidios se van formando distorsiones como las de
Andrés Felipe Arias, aquel exministro de agricultura que posaba de iluminado e
imbatible para justificar la piñata que significó su programa agro ingreso
seguro, señalando: “Los subsidios a los ricos sí ayudan a reducir la
desigualdad”. Los
sofismas, las reservas mentales se utilizan para mover la opinión de la
población a favor o en contra de una medida dependiendo del interés político
que se defienda y en el fondo no caemos en cuenta que lo que se encuentra en
juego es la plata que todos pagamos en impuestos.
La dirigencia
colombiana debe procurar el justo equilibrio de los discursos políticos, por
ello, pienso que el paro cafetero será la primera de las protestas que harán otros
grupos sociales y sectores económicos quienes invocando igualdad buscarán que
también se canalicen subsidios a su favor, unos lo lograrán y los esfuerzos de otros
serán infructuosos, cuando esto ocurra se agudizará la radicalización e indefectiblemente
los excluidos sentirán que únicamente a ellos el Estado les mamó gallo.
Magistral artículo. Usar los argumentos en una sola vía, con móviles de propaganda politiquera, sin conherencia estructural es una mala costumbre que se debe erradicar