"Como muchos otros sanjuaneros, los dueños del
Arisuan comenzaron a construir el hotel pensando en las minas de Cañaverales y
San Juan."
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Por: Andrés Bermúdez Liévano. La
fiebre del carbón se comienza a notar incluso antes de que se extraiga la
primera piedra, como sucedió en el pueblo de San Juan del Cesar (La Guajira).
El anuncio de la multinacional CCX -propiedad del
magnate brasilero Eike Batista- de que sus depósitos de carbón serían los
quintos más grande del mundo despertó un verdadero auge del sector de la
construcción en este municipio del suroriente de La Guajira. En dos años se han
levantando tres hoteles de lujo, dos clínicas privadas, varios restaurantes de
alto nivel, ferreterías, moteles, lavaderos de carros y una cancha de fútbol
con gramilla sintética.
Pero
ahora, ante el aplazamiento y posible reestructuración del proyecto de la
multinacional carbonífera, muchos de los habitantes del municipio donde
nacieron los vallenatos Diomedes Díaz y Juancho Rois están preocupados de que
sus inversiones no puedan recuperarse al mismo ritmo que habían proyectado.
Al caminar por cualquier cuadra de
este caluroso municipio de 50.000 habitantes, situado en la llanura entre la
Sierra Nevada de Santa Marta y la serranía del Perijá, resulta palpable que la
llegada de CCX despertó grandes expectativas entre la población.
Por
todas partes se ven casas y pequeños edificios en construcción, así como nuevas
tiendas, agencias de viajes y almacenes de artesanías. Pero también abundan los
letreros de 'se vende' o 'se arrienda', y las construcciones en obra negra.
Son
las señales más visibles de que este pueblo, de origen ganadero, busca volver a
las épocas doradas de la primera mitad del siglo XX, cuando era uno de los más
prósperos de La Guajira. Pero que desde los años ochenta vio su economía
estancarse y a buena parte de su población migrar hacia Valledupar o Ríohacha,
debido al acoso de las Farc en este estratégico corredor entre las zonas
montañosas de la Sierra Nevada y el Perijá, y hacia Venezuela.
Decididos
a aprovechar el boom minero, los sanjuaneros decidieron madrugarle a la
extracción. Y así asegurarse que los servicios en torno a la explotación de
carbón no quedaran en manos de personas de fuera de la región, como sucedió en
los cercanos pueblos de La Loma, El Hatillo o La Jagua de Ibirico (Cesar).
Pero
no contaban con la coyuntura económica global. A mediados del año pasado
comenzaron a circular rumores de que
CCX frenaría sus planes en La Guajira, debido a la fuerte caída en los precios
internacionales del carbón y a los reveses en la bolsa de Brasil de las
empresas de Eike Batista.
La
multinacional ha desmentido que esté pensando salir de Colombia, donde ya ha
invertido unos 500 millones de dólares y tenía prevista una inversión total de
4.000 millones de dólares, pero ha reconocido que está en proceso de reestructurar
su proyecto. Como parte de ese reajuste, han salido unos 70 empleados en los
últimos dos meses.
Aún
así, las dos minas de carbón de CCX en San Juan del Cesar -de las tres que
prevé explotar en el departamento- generaron optimismo en muchos de sus
habitantes, que vieron una oportunidad y se fueron preparando con antelación.
Un buen ejemplo es el Hotel Arisuan, un lujoso hotel de 32 habitaciones, 3
suites, restaurante y piscina situado en las afueras del pueblo que abrió sus
puertas en diciembre.
“Apenas
CCX anunció la mina, todo se despertó y las expectativas eran muy grandes”, le
contó a La Silla su propietario Jairo Suárez, sanjuanero de nacimiento y ex
alcalde del municipio (1995-1997). “Nos llamaron la atención poderosamente las
metas del Gobierno para el sector minero, el objetivo de pasar de 60 a 120
millones de toneladas de carbón al año”.
Como
muchos otros sanjuaneros, los dueños del Arisuan comenzaron a construir el
hotel pensando en las minas de Cañaverales y San Juan. “Ante la perspectiva de
una mina, uno se adelanta. A nosotros nadie nos dijo 'Hagan un hotel', sino que
vimos que habría unas necesidades y una demanda. Y cada uno, a su medida, fue
haciendo lo que pudo”, dice su esposa Victoria Ariza, también sanjuanera y hoy
la gerenta del hotel.
Para
construirlo, ella y su esposo vendieron varias fincas y también pidieron un
préstamo. “No queríamos que sucediera aquí lo que sucedió en La Loma o La
Jagua, tan pobres como pueblos pero tan ricos en recursos.
Y llenos de gente de fuera haciendo el trabajo que podrían estar haciendo los
locales”, dice Ariza.
El
Arisuan no es el único hotel en San Juan. Sobre la Plaza Bolívar se encuentra Casa Murillo,
una casa republicana que alberga 26 habitaciones en una moderna estructura
oculta tras la fachada restaurada. El Victoria Plaza, de cuatro pisos y una
veintena de habitaciones, se está construyendo actualmente sobre la avenida
principal, conocida como El Embudo. Otro más, con unas sesenta habitaciones, se
encuentra alquilado por completo a CCX.
Todos
nacieron, en gran medida, con la idea de proveer alojamiento a los técnicos de
la minera durante la etapa de exploración, que solían trasladarse a diario desde
Ríohacha o Valledupar, y cuyo número podría ascender a 3.000 durante la fase de
explotación. Y todos esperaban beneficiarse de un auge comercial que ahora se
ve más distante.
“En
tres años San Juan pasó de ser un pueblo muerto a ver un resurgimiento impresionante.
El pueblo se le midió a los requerimientos del proyecto minero. Y aunque éstos
nunca fueron expresados directamente, nosotros sabíamos de la infraestructura
que iba a ser necesaria y nos preparamos para proveerle todo”, dice Andrés
Murillo, quien inauguró Casa Murillo en septiembre pasado en la vieja casona
familiar, construida durante el apogeo de San Juan a comienzos del siglo XX.
“Yo ya tenía la idea de montar un hotel, pero a medida que comenzó el trabajo
de CCX vimos que había mucho movimiento y también potencial así que lo
crecimos”.
Otros
han vivido esta realidad de manera menos directa, pero también han sentido los
efectos de la parálisis del proyecto de CCX. "A nosotros nos ha afectado
de manera indirecta, porque -si bien venían muchos empleados de CCX- solían
venir con mucha frecuencia muchos de sus contratistas", cuenta Rodrigo
Torres, uno de los socios -también sanjuaneros- de Bahareque, un asadero
gourmet en la esquina de la Plaza Bolívar, en diagonal a la Catedral. "De
igual manera, han dejado de venir muchos clientes que le alquilaban casas a CCX
y a quien se las han devuelto. O personas que prestaban servicios al Cerrejón y
que, debido a la huelga, no han podido volver".
Inicialmente
CCX les propuso alquilar el sitio en exclusividad, pero sus tres propietarios
prefirieron abrir pensando en el resto de San Juan. Hoy se alegran porque el
restaurante -ubicado en una vieja casona, cuya fachada recibe la sombra de un
frondoso bouganville- ha conquistado a una clientela entre San Juan y
Valledupar, además de muchos de los empleados de la minera.
Como
en otros pueblos con perspectivas mineras, los precios de la vivienda, la mano
de obra y los materiales fueron aumentando. “Hubo una burbuja porque las
expectativas eran muy altas y se estaban alquilando casas en el pueblo hasta
por 4 millones de pesos. Es decir, más de cuatro veces lo que cuesta una casa
similar en Valledupar. Afortunadamente esa burbuja reventó y la gente ha tenido
que aterrizar”, dice Suárez. “A la gallina de huevos de oro la estaban
ahorcando”.
Carbón en caída libre
Desde hace
dos años, CCX -antes llamada MPX, como la casa matriz- anunció un complejo minero que contaría con tres minas de carbón.
En total, sus tres minas podrían producir unas 30 millones de toneladas de
carbón al año, comparables a las 34 millones que actualmente produce el
Cerrejón. Para transportar el carbón, CCX tiene previsto construir un
ferrocarril de 150 kilómetros y un puerto de cargue en Dibulla.
Dos de estas minas serían a cielo abierto,
similares a las del Cerrejón. La mina de Cañaverales, en San Juan del Cesar,
tiene previsto exportar 2,5 millones de toneladas al año a partir de y cuenta
desde 2011 con licencia ambiental para comenzar a explotar. La mina de Papayal,
ubicada en la vecina Barrancas, tiene un potencial similar.
Pero la verdadera joya de la corona es la mina
subterránea de San Juan, repartida entre San Juan del Cesar, Distracción y
Fonseca. En mayo del año pasado, CCX anunció que
esta mina podría producir unas 25 millones de toneladas anuales y contaría
con reservas probadas de 672 millones de toneladas de carbón, convirtiéndola en
una de las cinco mayores en el mundo. Esta mina, que CCX preveía comenzar a
explotar en 2019, sería la primera en el país en emplear la tecnología de corte
horizontal (longwall).
Sin embargo, la realidad económica -sobre todo la caída en un 50 por ciento del precio del
carbón- ha obligado a CCX a reconsiderar sus planes. La principal causa de la
caída del precio es el auge que vive en Estados Unidos el shale gas, un
tipo de gas que se encuentra atrapado entre las formaciones de esquisto y que
se extrae mediante inyecciones de agua.
El rápido crecimiento de esta fuente alternativa de
combustible ya motivó que las exportaciones de carbón desde Colombia hacia el
que era uno de sus tradicionales clientes cayeran en
un 53 por ciento el año pasado. A eso se suman otros factores como la
desaceleración de un cliente clave como China o la crisis de la deuda soberana
en Europa, que también se han traducido en una caída en la demanda de carbón
colombiano.
“La compañía concentra sus esfuerzos para sacar los
procesos de licenciamiento ya en curso y en la revisión del proyecto, ya que la
coyuntura del mercado a nivel internacional y los precios del carbón no
permiten desarrollar el proyecto tal como estaba planteado inicialmente”,
señaló CCX. “Se están evaluando opciones para redimensionar o revalorar el
proyecto, las cuales aún no han sido definidas”.
Las quejas de Fonseca
En la vecina Fonseca el entusiasmo por CCX es menor
que en San Juan. El alcalde José Manuel 'Chema' Moscote acusa a la
multinacional de no haberle cumplido al municipio con cuatro proyectos con los
que se había comprometido en la anterior administración.
Moscote dice que el pueblo no ha visto un sólo peso
de los más de 1.000 millones que la multinacional prometió para construir un
hogar múltiple, un centro de recursos educativos (Cren) y un compactador en zonas
cercanas a la mina de San Juan.
Y que tampoco han respondido para reparar la
carrera 14, la vía de salida de Fonseca hacia el corregimiento de Conejo donde
está el proyecto de CCX. "Esa carretera la pavimentaron hace como 20 años
y nunca había tenido problemas. Pero en tres años que han venido pasando con
toda esa maquinaria pesada ha quedado así", cuenta María Isabel Londoño,
la propietaria de una tienda vecina.
“No son serios cuando interactúan con la comunidad
y han venido creándole falsas expectativas a la gente. Aducen problemas
financieros, pero les duele poner los 150 millones de pesos que cuesta arreglar
la vía por donde transitaron sus camiones”, dice Moscote. “Nosotros no les
hemos pedido que suplan al Estado colombiano, sino que contribuyan a la
educación, la salud y el desarrollo de Fonseca. Entendemos la situación en la
que están y por eso sólo les estamos pidiendo que nos cumplan con arreglar la
vía”.
CCX reconoció los daños en la carrera 14 y señaló
que están actualmente trabajando en ello. La Silla comprobó que efectivamente
se está terminando el arreglo del último tramo de la vía, aunque constató que
varios de los anteriormente reparados tienen ya baches e irregularidades en su
superficie.
Sobre los otros tres proyectos no se pronunció, limitándose
a señalar que por la situación económica “las acciones que apoya la Compañía en
este municipio están siendo revisadas y se adecuarán de acuerdo al momento en
el cual se encuentra CCX”.
Fuente:
www.lasillavacia.com
Un articulo completo que ilustra las ilusiones de las cuales todavía viven algunos pueblos de la Guajira, ensillaron antes de montar la vestia, gracias por la contextualización y buena óptica de la realidad que vive el mercado minero carbonífero del mundo, ojala estos puntos de vista lleguen al personal vinculado a la mina del Cerrejón y les permita crear conciencia (no son todos)que nada de estos fenómenos son eternos, hay que tratar de capitalizar y luchar por los derechos que les corresponden enfocados en el buen bienestar, ese que debe estar asociado a la educación, capacitación e inversiones.
Raymon Sales Contreras