Raymon Sales Contreras Columnista |
Por: Raymon
Guillermo Sales Contreras. “Los hombres más arrogantes son los que generalmente
están equivocados, otorgan toda la pasión a sus puntos de vista sin una
apropiada reflexión” David Hume. Hoy se cerró un capitulo en la
historia política Venezolana, se entierra un movimiento socialista que a pesar
de sus sucesores no alcanzará el carisma y la pasión de un hombre erigido como
el libertador bolivariano y fundador de su propia revolución: la revolución
bolivariana.
Polémico hasta
los tuétanos y cubano por vocación idealista, confinó el modelo comunista de la
isla en lo que la economía venezolana hoy realiza, condicionamiento en la
compra de víveres en general y productos de la canasta familiar, claro con la
pequeña gran diferencia que el Estado se quedo sin recursos para subsidiar
todos los productos, logros alcanzados en sus dos períodos de mandato, esos que
sólo la muerte y su arrogancia no permitieron culminar.
Capacitado
como un militar de soles y vientos, fracasó en su intento golpista en un
momento coyuntural en la situación que atravesaba su país, maduró en las
guarniciones militares lo que después sería su campaña presidencial, fuerte
como para sobrevivir a un golpe de estado fraguado según él por la oligarquía
venezolana, ese fue el emblemático Presidente Hugo Chávez Frías.
Con el error
que cometen los antiimperialistas latinoamericanos, asediado por el odio y el
rencor de los capitalistas de su país, esos que emigraron por el continente
para salvar las inversiones e infraestructuras que en su momento el comandante
expropio arbitrariamente con el aval de la constitución venezolana que siempre
llevaba en sus manos, así se hizo querer de la población vulnerable y populista
que en todos los estados del vecino pueblo revolucionario, se convirtieron en
la famosa mancha roja.
Murió un mito o quizás una leyenda, desconociendo que el poder mal direccionado es un arma de nuestra propia destrucción, hoy quedan los que supuestamente anhelaban la recuperación del mandatario, pero en el error cometido por el presidente o en su reflexión de no estar en todas sus capacidades para seguir gobernando, exhortó nombres para que lo sucedieran sin tener en cuenta la preparación y el carisma para seguir apasionando al pueblo con esta leyenda que hoy acaba, la de la revolución bolivariana, paz en su tumba mi comandante, Dios le permitió merecer y padecer, usted decidió entre la arrogancia de poder o la muerte.
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