Por: Raymon Guillermo Sales
Contreras. Con ocasión de las manifestaciones
culturales y folclóricas que representan los carnavales en nuestro país, me
detengo un poco a realizar una asociación entre el comportamiento de quienes se
involucran y el estado actual de sus entornos cotidianos, laborales, sociales y
culturales, esto con el fin de llegar a la conclusión del porqué hoy nos
encontramos en la situación que se refleja tanto para esas comunidades, como la
del país en general.
Encuentro
que cuando el pueblo se enmaizena no tiene tiempo para pensar en sus derechos,
no mide la inversión que realiza en el consumo de bebidas alcohólicas, no
observa el camino por donde se movilizan sus pasos sin dimensionar la
incidencia al comprometer su vida o la de los demás, no tiene un espacio para
la problemática, local, departamental o nacional, cuando el pueblo esta
enmaizenao, no hay ninguna preocupación, solo abunda el jolgorio y la diversión
al costo que sea, a mi juicio, hay muchos pueblos en Colombia que
permanentemente están enmaizenao.
Un pueblo
enmaizenao pierde sus escrúpulos al momento de elegir a sus dirigentes, de
igual forma hace del día de las elecciones un verdadero carnaval, una
comunidad con estas características, se identifica por el conformismo de
esperar vivir la fiesta de un día donde no tienen tiempo para pensar que lo que
ganan en ese momento, es la perdida irremediable de todos sus derechos
endosados por un momento de diversión y desborde total, la inversión de los
políticos de turnos que sacan barato sus intereses en la subasta de la burocracia
y la corrupción, les conviene tener al pueblo en estos comportamientos.
Una
sociedad enmaizenada se vuelve insensible, no siente consideración por el dolor
ajeno, se evidencian féretros que son trasladados en medio de las parrandas que
amenizan los pick kups de moda y los
integrantes de las mismas, solo asoman su mirada donde denotan el afán de
esperar que trascienda el ultimo acompañante del sepelio, no hay momento para
preguntar quién era el difunto, esto sin contar la desproporción y el desenfreno
de los apareamientos que arrojan sus resultados con una generación que no fue
programada y planeada y dispara la población infantil en niños sin garantías,
principios y valores.
Concluyendo
esta historia manifiesto que en ocasiones encontramos programas de gobiernos o
directrices institucionales que se enmarcan en tener al pueblo enmaizenao, son
buenas estrategias si consideramos que en este estado la comunidad no siente
hambre, necesidad de tener un mejor bienestar, ocasión de reclamar sus derechos
y ante todo ejercer una veeduría para que los burgosmaestre de turnos den
cumplimientos a los compromisos consignados en sus programas y agendas, es solo
una apreciación humilde que dejo consignada para el análisis y la reflexión de
todos, no solo nos enmaizenamos el rostro, en ocasiones la maicena trasciende
el alma, el espíritu y la conciencia.
Con el
respeto y el agradecimiento de siempre.
Que buen articulo, de una persona seria analititica y sobre todo con una buena crianza, y lo digo con toda la certeza porq somos amigos de infancia. un abrazo.